DOI: 10.11600/rlcsnj.23.1.6692
Teoría y Metateoría
Riesgos asociados al uso de las tecnologías en adolescentes: una revisión sistemática*
Risks associated with the use of technologies in adolescents, a systematic review
Riscos associados ao uso de tecnologias em adolescentes, uma revisão sistemática
Lucía Nadador-Moncayo1 0009-0006-0413-1130
Andrés Sánchez-Suricalday, Ph. D.2 0000-0002-2959-6341
1 Centro Universitario Cardenal Cisneros, Universidad de Alcalá, España. Psicóloga, Centro Universitario Cardenal Cisneros (adscrito a la Universidad de Alcalá). 0009-0006-0413-1130 H5: 0. Correo electrónico: lucia.nadador@alu.cucc.es
2 Centro Universitario Cardenal Cisneros, Universidad de Alcalá, España. Doctor en Educación, Universidad de Alcalá. Magíster en Innovación e Investigación Docente, Universidad Nacional de Educación a Distancia. Licenciado en Psicología, Universidad Autónoma de Madrid. Profesor del Centro Universitario Cardenal Cisneros (adscrito a la Universidad de Alcalá). 0000-0002-2959-6341. H5: 4.Correo electrónico (autor de correspondencia): andres.sanchez@cardenalcisneros.es
Recibido: 14.08.2024
Aceptado: 05.11.2024 Publicado: 06.12.2024
El objetivo principal de esta investigación es conocer los riesgos que se asocian al uso de la tecnología entre adolescentes. Se llevó a cabo una revisión de la literatura existente, presentándola siguiendo el modelo Prisma. Se identificaron aspectos como baja autoestima, problemas psicosociales y exposición a los contenidos, los cuales pueden desencadenar en conflictos familiares, dificultades de aprendizaje y trastornos de ansiedad. Los resultados apuntan a la necesidad de promover un uso saludable y responsable de la tecnología entre los adolescentes. Además, se ha encontrado que la mediación parental o docente actúa como factor de protección. Así mismo, se discute la necesidad de continuar investigando, teniendo en cuenta la constante evolución tecnológica y su impacto en la juventud. Se recomienda desarrollar estrategias de intervención más específicas y efectivas.
Palabras clave: Adolescentes; redes sociales; riesgos; tecnología. Tesauro de Ciencias Sociales de la Unesco.
The main objective of this research is to know the risks associated with the use of technology among adolescents. A review of the existing literature was carried out, following the Prisma model, where aspects such as low self-esteem, psychosocial problems and exposure to content were identified, which can trigger family conflicts, learning difficulties and anxiety disorders. The results highlight the importance of promoting healthy and responsible use of technology among adolescents. Furthermore, it has been found that parental or teacher mediation acts as a protective factor. Likewise, the need to continue research is discussed, taking into account the constant technological evolution and its impact on youth. It is recommended to develop more specific and effective intervention strategies.
Keywords: Adolescents; social media; risks; technology.
O objetivo principal desta pesquisa é conhecer os riscos associados ao uso de tecnologia entre adolescentes. Foi realizada uma revisão da literatura existente, seguindo o modelo Prisma, onde foram identificados aspectos como baixa autoestima, problemas psicossociais e exposição a conteúdos que podem desencadear conflitos familiares, dificuldades de aprendizagem e transtornos de ansiedade. Os resultados destacam a importância de promover o uso saudável e responsável da tecnología entre os adolescentes. Além disso, constatou-se que a mediação parental ou docente atua como fator de proteção. Da mesma forma, discute-se a necessidade de continuar a investigação, tendo em conta a constante evolução tecnológica e o seu impacto na juventude. Recomenda-se o desenvolvimento de estratégias de intervenção mais específicas e eficazes.
Palavras-chave: Adolescentes; redes sociais; riscos; tecnologia.
Introducción
Las tecnologías de la información y la comunicación (en adelante, TIC) han supuesto una revolución en muchos aspectos sociales. Entre otros, han dado respuesta a la necesidad de crear nuevos canales de comunicación entre las personas, tales como las redes sociales (que permiten a los consumidores obtener información); además, también permiten realizar actividades de manera eficaz, como los negocios digitales (Del Pino & Fajardo, 2010, como son citados en Guaña-Moya et al., 2017).
Con la aparición de las TIC (teléfono móvil, ordenadores e internet) a mediados de los años noventa se produjeron una serie de cambios científico-tecnológicos que desencadenaron una sociedad de la información (Berríos & Buxarrais, 2005). Eso posibilitó e impulsó nuevas formas de conocimiento y propició el desarrollo de habilidades sociales antes inexistentes.
En la actualidad, la amplia difusión de las tecnologías y las comunicaciones ha transformado la forma en que se trabaja, se vive y se interactúa. Guaña-Moya et al. (2017) señalan que, en parte, este desarrollo tecnológico ha cambiado las áreas que rodean a los seres humanos, tanto en el ámbito educativo, como en lo laboral o en el ocio. Estos cambios son particularmente evidentes en la vida de los jóvenes, quienes han crecido en un entorno donde la comunicación es posible desde cualquier lugar. Tal y como lo describe Roca (2019),
hoy en día verdaderamente es extraño encontrar a un/a adolescente que no utilice una tablet [sic], o a un/a adolescente que no tenga y que no utilice un móvil, un ordenador o algún otro dispositivo, y no es que el uso de las TIC en sí sea algo negativo ni que haya que suprimirlas por completo. (p. 72)
Así, la tecnología ofrece diversos beneficios, como el acceso inmediato a la información y la capacidad de mantener conexiones globales. En este sentido, Garitaonandia et al. (2005) plantean que «los niños y los jóvenes actuales parecen haber integrado perfectamente en sus vidas todos los aparatos multimedia que les permiten el acceso al ocio, la comunicación, la información y el conocimiento» (p. 60).
Aunque, por otro lado, cabe también indicar que el uso de la tecnología también plantea preocupaciones significativas, especialmente en lo relativo al desarrollo psicosocial de adolescentes y jóvenes. La adolescencia es una etapa del ciclo vital en la que la búsqueda de la identidad es prioritaria para las personas que transitan por ella (Erikson, 1970), y la tecnología se ha situado no solo como una herramienta de información y comunicación, sino como una forma de expresión identitaria para muchos adolescentes y jóvenes. Es el medio a través del cual se presentan al mundo; de ahí la importancia que ha tomado para este grupo de edad.
Este uso, por otro lado, tiene también consecuencias. La Organización Mundial de la Salud (2015) describió que el uso de internet, teléfonos, ordenadores y otros dispositivos electrónicos ha aumentado dramáticamente en las últimas décadas, y este uso excesivo tiene efectos negativos para la salud, teniendo las mismas consecuencias que una droga. En los últimos años, diferentes autores han puesto la voz de alarma en las consecuencias que se derivan del uso excesivo de las tecnologías. Por ejemplo, Moreira et al. (2021), indican que este uso desmedido de la tecnología «además de exponer a los jóvenes a riesgos como cyberbullying, depresión, suicidio, cambios de humor y comportamiento, vulnerabilidad afectiva, entre otros diversos problemas emocionales y mentales, favorecen la aparición de problemas psicológicos» (p. 332).
Por su parte, Ruiz-Olivares et al. (2024) destacan que determinadas conductas que los adolescentes pueden desarrollar en las redes «pueden conducirles a estar expuestos a situaciones que amenazan su integridad física o mental: consumo de drogas, transgresión de normas, presión del grupo de iguales, etc.» (p. 205).
Así, la exposición constante de los menores a los contenidos de estos medios puede llegar a impactar directamente su salud mental, en un momento de sus vidas clave, en el que se encuentran en pleno descubrimiento de su autonomía y de su identidad. Como indican Moreira et al. (2021):
El uso excesivo y descontrolado de las redes sociales puede generar en los jóvenes dependencia y una gran necesidad de aceptación, dificultando el autoconocimiento y la construcción de prácticas sociales saludables, lo que puede provocar conflictos familiares, dificultades de aprendizaje, problemas de interacción social y para dialogar, trastornos de ansiedad y déficit de atención. (p. 332)
Por ende, comprender los riesgos asociados al uso de las TIC por parte de los jóvenes es importante para protegerlos, así como para diseñar mejores prácticas que promuevan el uso saludable y equilibrado de la tecnología.
No obstante, tal y como apuntan Acosta-Silva y Muñoz (2012), no se puede negar el impacto de la tecnología en la sociedad. Las TIC forman parte integral de la vida humana, están presentes en todas las actividades diarias, evolucionando a lo largo de los años para beneficiar a los individuos en diversas áreas como trabajo, educación, entretenimiento y negocios (Guaña- Moya et al.,2017).
Por otro lado, es innegable la importancia que los jóvenes le atribuyen a las tecnologías. Siguiendo a Lemus (2017), el espacio que estas ofrecen, en particular las redes sociales, «constituye un soporte de la existencia cotidiana de los jóvenes y las jóvenes» (p. 162). Obviar, por tanto, su uso, resulta hoy en día impensable. No obstante, lo que sí que se necesita es más y mejor información que señale los posibles riesgos asociados a un uso abusivo de estas.
Así, a través de la presente investigación se pretende responder a la siguiente cuestión: ¿cuáles son las consecuencias asociadas al uso de las TIC en adolescentes, en concreto en aspectos como la salud física y mental, la socialización o el rendimiento académico? El objetivo, pues, que se sigue con esta investigación es identificar y comprender dichas consecuencias, así como detectar posibles factores de protección que puedan arrojar luz a la intervención con adolescentes en relación con el uso de la tecnología.
Método
Esta investigación se presenta siguiendo el estándar Prisma (Page et al., 2021; figura 1). Primeramente, en la fase de identificación, se realizó una búsqueda específica sobre los riesgos del abuso de tecnologías asociados a la población adolescente en los buscadores Scopus y Web of Science. Se emplearon las palabras clave «risks» (riesgos), «teenagers» (adolescentes) y «technologies» (tecnologías) en ambas plataformas, con el objetivo de encontrar artículos y estudios que abordaran los riesgos y consecuencias del uso de tecnologías en jóvenes. La muestra inicial se compuso de un total de 2256 estudios, de los cuales 230 fueron encontrados en Scopus y 2026 en Web of Science. Posteriormente, en la etapa de selección de los artículos se llevó a cabo un proceso de filtrado atendiendo a los siguientes criterios específicos: se seleccionaron solo aquellos publicados entre 2019 y 2024, excluyendo los que no cumplían con estas fechas (115 de Scopus y 1227 de Web of Science).
También se excluyeron los estudios sin acceso gratuito (62 de Scopus y 325 de Web of Science) y aquellos en idiomas distintos al inglés o español (6 en Scopus y Web of Science).

Figura 1 Flujograma siguiendo
modelo Prisma (Page et al., 2021).
Posteriormente, las referencias fueron transferidas a Mendeley y Refworks, donde con un total de 507 artículos, tras combinarlos, se identificaron 37 duplicados que fueron eliminados, reduciendo la muestra a 478 estudios.
En la fase de elegibilidad se seleccionaron los artículos que iban a pasar a formar parte de la investigación, para lo cual se siguieron los siguientes criterios: contenido no ajustado al objetivo de la investigación, tras el que se eliminaron 424 estudios que no estaban directamente relacionados con los efectos del uso de tecnologías en población adolescente. Otras revisiones de la literatura, en la que se excluyeron 18 artículos que eran investigaciones teóricas y no aplicadas. Artículos que no fueran de acceso abierto, lo que descartó seis estudios que no estaban disponibles gratuitamente. Estudios que presentaban muestras menores a 100 participantes, consideradas no significativas, lo que descartó 7 estudios de la muestra. Y, finalmente, investigaciones con un índice de impacto bajo. Tras la búsqueda de los índices de impacto de las distintas revistas que componen esta revisión, se comprobó que algunos de los artículos, concretamente cuatro de ellos, presentaban unos índices de impacto muy reducidos en comparación con el resto, perteneciendo así al cuartil 4 (Q4) del índice SJR, por lo que se procedió a su eliminación. Después de aplicar estos criterios, se obtuvo una muestra final de 19 estudios que fueron utilizados para esta investigación.
Resultados
A continuación, se incluyen tablas realizadas a partir de la revisión de los mencionados artículos. En primer lugar, la tabla 1 presenta el índice de impacto de las revistas en las que fueron publicados —diferenciando si el mismo pertenece al Science Citation Index (en adelante, SCI), Social Sciences Citation Index (en adelante, SSCI) o Citescore, indicadores de Web of Science y Elsevier para garantizar la credibilidad de la publicación—, junto al cuartil, la metodología y una breve descripción de la muestra de cada estudio. Se han ordenado las fuentes atendiendo a su año de publicación. En este sentido, cabe destacar que en la revisión realizada no se encontraron artículos publicados en 2023 o 2024.
Con respecto a la calidad de las revistas seleccionadas para esta revisión, se puede observar que, en general, de los 19 artículos que conforman el análisis, muchos de estos fueron publicados en revistas que presentan índices de impacto muy elevados. Cuatro de estas se encuentran en el cuartil más elevado (Q1), todas dentro del factor de impacto SCI, lo que supone un 21% aproximado de la muestra. Por otro lado, la mayoría de las revistas están valoradas en un cuartil Q2, siendo 11 de las 19 que conforman la investigación (8 SCI, 1 SSCI, y 2 Citescore), correspondiendo así a cerca del 57% de la muestra. Por último, se localizan aquellas revistas ubicadas en el cuartil 3, representando también el 21% (1 SCI y 3 Citescore). Por otro lado, se destaca que son predominantes las investigaciones de carácter cuantitativo (13 estudios), frente a seis de carácter cualitativo.
El análisis de los resultados obtenidos ofreció la posibilidad de categorizar los tipos de consecuencias que se derivan del uso de las tecnologías por parte de la población adolescente. Los diferentes autores seleccionados se centran en cinco grandes secuelas que se producen: problemas de sueño, conflictos entre iguales (especialmente ciberbullying, e incluyendo en esta categoría el sexting, o compartir contenido de índole sexual), riesgos para la salud mental, nomofobia (también conocida como adicción al móvil) y consumo de alcohol.
Tabla 1 Análisis de los artículos seleccionados para la revisión

Por su parte, un total de cinco artículos confluyen en el mismo factor de protección ante estos posibles riesgos: la mediación parental o docente. La aparición de esta categoría emergente se ha considerado de gran valor para la investigación y las posibles aplicaciones derivadas de la misma, por lo que se ha considerado incluirla en el estudio. Estas principales temáticas se recogen en la tabla 2
Tabla 2 Consecuencias y factor de protección en el uso de las
tecnologías

A continuación, se analizarán los resultados obtenidos por los distintos estudios, agrupando, en primer lugar, las consecuencias derivadas del uso de las tecnologías y finalizando por el factor de protección encontrado.
La primera consecuencia que emana del uso de la tecnología según los estudios es el aumento de los problemas de sueño entre adolescentes. Así, Maurya et al. (2022) y Richardson et al. (2021) encontraron que el tiempo dedicado al uso de la tecnología se relacionaba directamente con una mayor somnolencia durante el día. En esta misma línea, Burnell et al. (2022) y Charmaraman et al. (2021) hallaron que la frecuencia y el tiempo dedicado a las redes sociales y aparatos electrónicos estaban asociados a hábitos de sueño menos saludables (horas de acostarse más tarde y una menor duración del sueño) que aquellos que no abusaban de las tecnologías.
Finalmente, también Sümen y Evgi̇n (2021) identificaron correlaciones negativas entre la adicción a las redes sociales y la eficiencia del sueño. Estos autores resaltan la importancia de realizar intervenciones para mejorar dichos hábitos del sueño.
Con respecto al riesgo de sufrir ciberbullying, Cava et al. (2020), Ghorashi et al. (2019) y Peláez-Fernández et al. (2021) encontraron en sus estudios la existencia de correlación entre la práctica del sexting con sentimientos de soledad o estado de ánimo depresivo. Estos mismos resultados asocian el uso de la tecnología con ciberbullying o violencia en el noviazgo cibernético.
Por su parte, Méndez et al. (2020) identificaron cuatro tipos diferentes de conflictos relacionados con el uso de internet entre esta población: los conflictos interpersonales, que hacen referencia a las interrelaciones negativas que se producen entre individuos en estos entornos digitales, como el acoso, la intimidación o la difusión del contenido íntimo sin consentimiento. También se hallaron conflictos intrapersonales, los cuales se refieren a las discrepancias internas que se pueden producir al participar en situaciones de ciberbullying, como la vergüenza, la culpa o la ansiedad. Por otro lado, se encontraron conflictos familiares, que surgen en el ámbito familiar debido a la participación de los adolescentes en dichas conductas de acoso, lo cual puede afectar a las relaciones familiares y a la convivencia. Por último, los conflictos escolares, que se relacionan con los efectos que tienen la implicación de dichos adolescentes en dinámicas de sexting o ciberbullying, que repercuten en su rendimiento académico, problemas entre compañeros, etc.
Se encontró una correlación significativa y positiva entre los conflictos surgidos a raíz del excesivo uso de internet y la violencia escolar, en lo que se incluían tanto el bullying como el ciberbullying.
En cuanto a los riesgos para la salud mental, y comenzando por el artículo de Sümen y Evgi̇n (2021), se encontró una correlación positiva entre la adicción a las redes sociales y problemas psicológicos. Estas conclusiones también se obtuvieron en la investigación de Dib et al. (2021), en la que se halló que la mayoría de los participantes con problemas de salud mental presentaban un uso promedio o frecuente de internet. Algunos de los problemas psicológicos que se hallaron en las investigaciones son: la depresión, ya que la adicción a las redes sociales se asocia con un mayor riesgo de experimentar síntomas depresivos (tristeza y falta de interés); la ansiedad, se relaciona dicha adicción de los adolescentes con niveles elevados de esta, con dificultad para relajarse, preocupaciones excesivas o nerviosismo (palpitaciones o sudoración); problemas de conducta, entre los que resaltan la posible irritabilidad, impulsividad o agresividad, derivadas del uso de las redes sociales. Y, finalmente, las dificultades emocionales, manifestadas en cambios de humor bruscos, explosiones emocionales o incapacidad para expresar sus sentimientos de manera adecuada (regulación de las emociones).
En esta línea, Thorisdóttir et al. (2020) descubrieron que el uso excesivo de las redes sociales se asociaba con una mayor probabilidad de experimentar síntomas depresivos y de ansiedad en los adolescentes, que desencadenaba un mayor malestar psicológico entre dicha población.
Se identificó también, en Wang et al. (2022), que existía una correlación positiva significativa entre la adicción al teléfono móvil (que se tratará en profundidad en el siguiente apartado sobre la nomofobia) y las autolesiones no suicidas entre los adolescentes chinos del estudio realizado.
Esta temática está íntimamente relacionada con la que se ha analizado anteriormente. Además, resulta especialmente significativo analizar esta adicción, pues gran parte del uso tecnológico entre jóvenes se realiza a través del teléfono móvil. Por lo tanto, es de esperar encontrar resultados similares a los presentados en el punto anterior.
Ma et al. (2022) y Ramos-Soler et al. (2021), interpretaron los resultados de una manera muy parecida, ya que ambos concluyeron que la nomofobia está asociada con niveles más altos de ansiedad y depresión, considerándolo un problema de salud mental emergente con un impacto significativo en el bienestar psicológico y la calidad de vida de los adolescentes. Además, Wang et al. (2022) añade la importancia de promover la alfabetización (conocimiento y creencias sobre los trastornos mentales) en la salud mental para prevenir estas consecuencias negativas en sujetos con adicción al móvil.
La investigación de Fat et al. (2021) encontró una asociación significativa entre el uso de las redes sociales y el consumo de alcohol en adolescentes, por lo que se infiere la posibilidad de que ambos comportamientos estén interrelacionados.
Por otra parte, Smout et al. (2021) destaca que la exposición de los adolescentes al contenido generado en las redes sociales (en las cuales se muestran los usos de sustancias) puede tener efectos peligrosos y duraderos en el consumo de alcohol de estos. Además, sugiere hacer hincapié en la importancia del monitoreo parental activo para controlar el consumo de este tipo de contenido.
Por último, la mediación tanto parental como docente se ha clasificado dentro de la categoría de factor de protección del uso de tecnología entre adolescentes. Así, Adorjan et al. (2022) concluyeron que, aunque las restricciones o eliminación de tecnologías provocaban reacciones como enfado o tensión entre los adolescentes, mejoraba su interacción con la tecnología a largo plazo. En relación con ello, Sánchez y Fernández (2021) encontraron una asociación positiva entre la mediación activa de docentes y tutores legales con el desarrollo de las habilidades digitales en los adolescentes; por ello sugirieron que fortalecer dicha mediación en los entornos educativos podría ser determinante para reducir los comportamientos de riesgo.
Según Martín et al. (2021), la mediación parental se asoció positivamente con un menor riesgo tanto de ciberbullying como de sexting en esta población; por lo que subrayaron la importancia de la comunicación abierta entre padres e hijos sobre los usos seguros y responsables de las tecnologías. De esta manera, implementando límites claros y con supervisión parental, se podrían prevenir muchos de los riesgos que se desencadenan tras sufrir este tipo de violencia. En la investigación de Richardson et al. (2021) también se relacionó la mediación parental activa con un menor riesgo de comportamientos peligrosos en línea y una mayor conciencia de la seguridad en internet; estos también enfatizaron el educar de manera saludable en el uso de las tecnologías entre los adolescentes.
Finalmente, Smout et al. (2021) se centró en el tipo de contenido que los adolescentes consumen en las redes sociales en relación con el consumo de alcohol (anuncios sobre alcohol y consumo), e identificó que el monitoreo parental activo resultó una estrategia efectiva para prevenir su consumo. Por otra parte, mencionan la importancia de identificar las oportunidades que se ofrecen para la prevención temprana de ese consumo, teniendo en cuenta el impacto que las redes sociales (y, en general, cualquier acceso a internet) tienen sobre esta población y lo crucial que es la mediación parental o docente.
Discusión
La primera conclusión que se extrae de la presente revisión es que el abuso en el uso de tecnología afecta negativamente a los hábitos de sueño en los adolescentes, provocando consecuencias como somnolencia durante el día y falta de concentración. Estos hallazgos coinciden con investigaciones previas a esta revisión, como, por ejemplo, la realizada por Arias et al., (2012); aquellos concluyeron que la privación del sueño podría estar afectando a la salud de los adolescentes que permanecen despiertos y haciendo uso de estas tecnologías hasta altas horas de la madrugada, causando fatiga y debilitando su sistema inmunitario.
Otras investigaciones previas aportan puntos de vista complementarios y de gran interés. Así, por ejemplo, Cerisola (2017) se centra en los efectos lumínicos que producen los aparatos tecnológicos: «La exposición a la luz (particularmente a la luz azul) y la actividad de las pantallas antes de acostarse afecta los niveles de melatonina y puede retrasar o alterar el sueño» (p. 129).
Con respecto a la evidencia recogida anteriormente en relación con la relación directa entre el uso de tecnologías y el ciberbullying, en otras investigaciones se encuentran resultados semejantes a los nuestros. Por ejemplo, el estudio realizado por Mellado y Rivas (2017) concluye que el reciente crecimiento del uso de los aparatos electrónicos y la accesibilidad a internet han favorecido el aumento de las acciones de riesgo como el ciberbullying y el sexting en los grupos más vulnerables, entre los cuales se incluyen a los adolescentes. Otro trabajo que aborda la temática con resultados similares es el de Arnaiz et al. (2016), quienes indicaron que
se encuentra una asociación significativa entre las conductas de ciberadicción y la participación en bullying y cyberbullying. Destaca entre los implicados en bullying: descontrol de los ritmos del sueño y ansiedad por no usar el móvil. Entre los implicados en cyberbullying destacan: discusión por el tiempo prolongado de uso de las TIC y sensación de malestar sin el móvil. (p. 766)
Además, en relación con los tipos de conflictos relacionados con el uso de internet (interpersonal, intrapersonal, familiares y escolares), que también se abordan en el presente trabajo, se observan conclusiones similares en estudios anteriores. Así, por ejemplo, la investigación de Marín et al. (2018) demostró que los adolescentes que hacían un uso problemático de internet presentaban un peor rendimiento académico.
Por otro lado, dentro del apartado de riesgos para la salud mental se encuentran los resultados más significativos a nivel de relevancia para el estudio. En relación con ello, cabe destacar el estudio de Arab y Díaz (2015), donde se encontró que la depresión, la baja autoestima, los problemas psicosociales, el aislamiento, los cambios de humor repentinos y bruscos, así como las ideas e intentos suicidas, estaban asociados al abuso de redes sociales e internet. Estos resultados coinciden con los obtenidos en los artículos de la presente investigación, que llegaron a las mismas conclusiones, relacionándolas también con ansiedad, control emocional y problemas de conducta. No se debe olvidar que «durante la adolescencia es, precisamente, cuando se produce el momento de más intenso cambio neurológico (poda neuronal) y cuando se desarrollan las denominadas funciones ejecutivas, relacionadas con la conducta autónoma y autorregulada» (Méndez-Gago et al., 2018, p. 46). Ello incide en posibles riesgos de padecer una mala salud mental, los que aumentan si se tiene un uso problemático de las TIC por parte de los jóvenes.
También está íntimamente relacionado con la nomofobia, ya esta se asocia con los riesgos que pueden presentar los adolescentes en su salud mental: «En general los adolescentes que exhibían mayor índice de nomofobia manifestaron un importante aumento de adicción a los smartphones; además eran proclives a síntomas psicopatológicos y una menor calidad de vida» (Galhardo et al., 2023; Sharma et al., 2019, como son citados en Guzmán-Brand & Gelvez-García, 2023, p. 19).
Igualmente, resulta de interés mencionar otra variable relacionada con la nomofobia, como es la baja autoestima. Se llegó a la conclusión de que las personas que la padecen podían estar teniendo un uso problemático de los aparatos electrónicos y sus medios de comunicación para así evitar los contactos cara a cara (López & Benites, 2015). Así, la investigación de Kim (2015, como es citado en López & Benites, 2015) demostró también que la ansiedad actúa como una variable de riesgo, y que, por tanto, se relacionaba con el uso del teléfono móvil de manera positiva y presenta una correlación negativa con los estilos de crianza de los padres. Esto último también puede estar vinculado con la temática de mediación parental que se comentará más adelante.
Finalmente, en la categoría de consecuencias se encuentra la temática del alcohol, cuyos resultados arrojan indiscutiblemente una relación entre las conductas de uso de tecnologías, en la que los adolescentes abusan tanto de internet y redes sociales como del consumo de alcohol, tal y como comentan también Golpe et al. (2017). Esto se asocia al contenido que se consume y se puede encontrar fácilmente en las redes sociales, estando al alcance de cualquiera; por ello se observa una relación significativa entre ambos riesgos. Diferentes investigaciones (Ko et al., 2008; Sánchez-Martínez & Otero, 2010, como son citados en Pérez, 2013) concluyeron que, además de que el consumo de alcohol y la adicción a internet estén relacionados, se asocian a problemas conductuales en los adolescentes cuando ocurren de manera conjunta.
Finalmente, frente a la categoría de factor de protección, solo encontramos a la temática de mediación parental y docente. No obstante, esta resulta fundamental para entender cómo se pueden prevenir los riesgos asociados a las conductas problemáticas de uso de las tecnologías que se recogen a lo largo de la investigación. Tal y como se observa en el estudio realizado por Giménez et al. (2017), existe una relación significativa entre la escasez de mediación parental y el sufrir los riesgos asociados; por lo que, cuando se carece de supervisión familiar, los adolescentes son más propensos a verse envueltos en dinámicas de ciberacoso, ciberadicción o consumo excesivo de múltiples aparatos electrónicos. Además, otro resultado muy relevante que se evidenció en la investigación de Torrecillas-Lacave et al. (2017), indicó que la escasa formación que tienen los padres actuales para poder mediar en contextos digitales (los cuales cada vez resultan más complejos) afectaba notablemente a sus hijos adolescentes.
Por lo tanto, la presente revisión ha permitido recopilar y analizar información relevante de estudios previos, mejorando la comprensión de los riesgos asociados a la tecnología en la población juvenil. La importancia de los resultados obtenidos radica en su potencial para informar y orientar en la implementación de programas y políticas que promuevan el uso saludable y responsable de la tecnología entre los adolescentes. Al resaltar riesgos específicos y sus consecuencias a corto y largo plazo, este estudio proporciona una base sólida para la intervención y la prevención en esta área.
En cuanto a las limitaciones del trabajo, es importante señalar que se centró en estudios cuantitativos principalmente, lo que limita la comprensión total de la verdadera complejidad de los riesgos relacionados con la tecnología en los adolescentes. Además, la disponibilidad y calidad de la literatura existente han podido afectar la amplitud y profundidad de los resultados obtenidos.
Resulta necesario continuar investigando en este campo, dada la constante evolución de la tecnología y, por consiguiente, el impacto que tiene en los jóvenes. Se recomiendan futuras líneas de investigación que aborden aspectos como el impacto de factores contextuales y culturales sobre los riesgos asociados al uso de la tecnología, así como el desarrollo de estrategias de intervención más específicas y efectivas.
Referencias
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Notas
*El estudio se realizó entre octubre de 2023 y junio de 2024. Este artículo no cuenta con financiación. Área: psicología. Subárea: psicología de la infancia y la adolescencia.
Para
citar este artículo: Nadador-Moncayo, L. &
Sánchez-Suricalday, A. (2025).
Riesgos asociados al uso de las tecnologías en
adolescentes: una revisión sistemática. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y
Juventud, 23(1), 1-19. https://doi.org/10.11600/rlcsnj.23.1.6692