DOI: 10.11600/rlcsnj.21.3.5660
Estudios e investigaciones
Cartografías artísticas: jóvenes autores de la construcción del pasado reciente*
Artistic cartographies: Young people who are authors of the recent past
Cartografias artisticas: Jovens autores da construção do passado recente
Lina Marcela Cardona-SalazarMg.1, David Arturo Ospina-Ramírez Mg.2, María Camila Ospina-AlvaradoPh. D.3
1 Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud, Cinde-Universidad
de Manizales, Colombia. Estudiante de Doctorado en Ciencias Sociales, Niñez y
Juventud, Cinde y la Universidad de Manizales.
Magíster en Educación y Desarrollo Humano, Universidad de Manizales y el Cinde. Trabajadora social de la Universidad de Caldas. 0009-0008-0127-3808 . H5: 0. Correo electrónico: lmcardona@cinde.org.co
2 Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud, Cinde-Universidad de Manizales, Colombia. Estudiante de
Doctorado en Niñez y Juventud, Cinde y la Universidad
de Manizales. Magíster en Educación y Desarrollo Humano, Universidad de
Manizales y el Cinde. Magíster en Gestión de
Proyectos, Universidad Escuela de Administración de Negocios y Université du Québec à Chicoutimi. Diseñador Industrial, Universidad Autónoma de
Colombia. 0000-0002-1954-2489 . H5: 3. Correo electrónico: dospina@cinde.org.co
3 Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud, Cinde-Universidad de Manizales, Colombia. Doctora en
Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, Universidad de Manizales y el Cinde. Doctora en Estudios de Medios y Comunicación,
Universidad Libre de Bruselas y el Taos Institute.
Magíster en Psicología Clínica, Universidad Javeriana. Psicóloga, Universidad
de los Andes. 0000-0002-7271-151X . H5: 19. Correo electrónico:
mospina@cinde.org.co
Recibido: 07.09.2022 Aceptado:
21.04.2023 Publicado: 30.08.2023
Se presentan los resultados de una
investigación que buscó conocer las maneras como los jóvenes construyen sus
ideas e imaginarios sobre el pasado reciente en Colombia. El proyecto fue
desarrollado en la ciudad de Manizales y contó con la participación de 24
jóvenes entre los 12 y 18 años de edad. El estudio se desarrolló por medio de
cartografías de experiencias que se vinculan al pasado reciente y la
reconstrucción de la memoria colectiva. Se encontró que los jóvenes emplean
signos que se han utilizado tradicionalmente para representar la paz y la
memoria, además, que los procesos dialógicos y creativos favorecen los espacios
de reflexión en los cuales se trascienden estos signos y se construyen
significados más amplios que a su vez les permiten narrar experiencias de vida.
Palabras clave: Memoria colectiva; enseñanza de la
historia; infancia; escuela. Tesauro de Ciencias Sociales de la Unesco.
Abstract (analytical)
This article presents the results of a research project
that sought to understand the ways in which young people construct their ideas
and imaginaries about the recent past in Colombia. The research was conducted
in the city of Manizales with the participation of 24 young people between 12
and 18 years of age. The research was carried out using cartographies of
experiences from the recent past and the reconstruction of collective memory.
It was identified that young people use signs that have been traditionally used
to represent peace and memory. Dialogue and creative processes generate
reflection spaces in which these signs are transcended and broader meanings are
constructed, which in turn allow them to narrate their life experiences.
Keywords: Collective memory; history teaching; childhood; school.
Resumo (analítico)
Este artigo apresenta
os resultados de um projeto
de pesquisa que procurou compreender
as formas pelas quais os jovens
constroem suas idéias e imaginários sobre o passado recente na Colômbia. O projeto foi desenvolvido
na cidade de Manizales, com a participação de 24 jovens entre 12 e 18 anos de idade. A pesquisa foi desenvolvida por meio de experiências de mapeamento
ligadas ao passado recente e à reconstrução da memória coletiva. Constatou-se que os jovens utilizam sinais que tradicionalmente são
usados para representar a paz e a memória, e que os processos dialógicos e criativos favorecem espaços de reflexão nos quais esses sinais são
transcendidos e significados mais amplos são construídos, o que por sua vez lhes permite narrar experiências de vida.
Palavras-chave: Memória coletiva; ensino de história; infancia; escola.
Introducción
Este documento presenta los
resultados de la investigación Expedición pacífica: pedagogías de la memoria y
reconciliación en escenarios escolares, la cual fue desarrollada por la
Fundación Cinde, la Universidad de Manizales, su
Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud y la Universidad Católica Luis
Amigó. El documento se centra especialmente en las maneras en que las expresiones artísticas y
creativas de jóvenes aportan a la construcción de la memoria del pasado
reciente. A continuación, se describe el abordaje teórico en relación con la
investigación basada en artes, la perspectiva performativa y creativa de las
expresiones artísticas y la construcción de la memoria.
Los acuerdos de paz firmados por el Gobierno de
Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (2016) mencionan la
importancia de la memoria y la construcción de estrategias pedagógicas que garanticen la no repetición y
el reconocimiento de la historia como un aspecto clave para la transformación
del conflicto. Por su parte, los
contextos educativos se han visto permeados por las políticas tradicionales que invitan a la transformación
de conflictos desde la violencia (Raggio, 2004). La escuela es un
escenario en el cual convergen diferentes perspectivas de la historia
comunitaria, bien sea desde posturas que replican lo que se
evidencia en los medios tradicionales de información o lo que se teje entre las voces de
los actores (Raggio, 2004).
El pasado reciente en el
contexto escolar colombiano tiene gran relevancia para la garantía de la no
repetición de la violencia. Esto implica considerar las maneras en que se enseña la historia y en
las que los jóvenes —así como sus
familias— participan en la construcción de la memoria. Como lo han expuesto
Ospina-Ramírez y Ospina-Alvarado (2017), las maneras en las que los jóvenes participan no son
siempre bien comprendidas por los adultos, quienes manejan lenguajes
particulares mediados por la oralidad y la escritura, desconociendo otras
múltiples formas en las que ellas y ellos pueden expresar sus lecturas de la realidad.
En relación con esta mirada adultocéntrica de la historia, Sosenski
(2015) y Ospina Alvarado (2020) denuncian que las voces de los jóvenes se
desconocen en diferentes contextos educativos y
sociales; son considerados como personas que algún día serán adultos y que solo entonces serán tenidos como sujetos políticos con voz y postura
propias. La poca participación de los actores comunitarios, especialmente de
jóvenes, en la construcción del tejido histórico intensifica las dificultades para poder tejer una historia propia que sea mediada por las vivencias, experiencias y saberes de quienes la viven directamente.
De otro lado, Ángel (2007) argumenta que es un reto construir memoria en
un país que ha favorecido políticas de olvido y de entierro de la historia con el fin de favorecer los mismos círculos de violencia y conflicto que benefician a pocos y perjudican a muchos. También plantea que la memoria tiene una relación con el tiempo, dado que no solamente se refiere a las vivencias
pasadas en el contexto de la construcción histórica, sino que también permite la interlocución de los actores con su presente y sus
expectativas de futuro.
Lo anterior tiene relación con los planteamientos de Ricoeur (1996), quien afirma que las narrativas de los sujetos no tienen un único momento histórico, sino
un conjunto de eventos que se traslapan y se relacionan entre pasado, presente y
futuro; pero no necesariamente en este orden, debido a que las vivencias actuales de los sujetos y los sueños de futuro influyen en las maneras en que se recuerda y se narra el pasado.
También Ricoeur (1996) expone que aquello que se narra es, por lo general, lo que ha marcado la vida de manera
trascendental; aquello que trasciende la cotidianidad y cambia el curso de lo planeado. Al
respecto, Mélich (2000) manifiesta que lo que se narra se convierte en una experiencia común, que puede tener diferentes grados de afectación e impacto en el sujeto que narra; sin embargo, manifiesta que no es posible que una historia narrada no afecte el curso de vida del
interlocutor. En este sentido, los procesos de construcción de la memoria y del
reconocimiento del pasado reciente implican la narración colectiva de
experiencias que atraviesan las realidades de los sujetos y que terminan por convertirse en un tejido colectivo. Las memorias son
compartidas; son un entretejido de las memorias individuales en conversación
con otros (Jelin, 2002).
Teniendo en cuenta que la construcción de memoria es un proceso colectivo en
el que dialogan diferentes voces, también es relevante considerar otros modos
en los cuales los sujetos aportan sus experiencias y vivencias desde recursos
distintos a los que brinda la oralidad. Los jóvenes tienen modos diversos para comunicar sus
experiencias, las cuales pueden verse mediadas por el arte, el juego y la
lúdica (Ospina-Ramírez & Ospina-Alvarado, 2017).
La performatividad ha sido entendida como la capacidad humana de hacer
cosas con las palabras (Alvarado et al., 2014; Austin, 1946; Ottoni, 2002); es decir, que el acto de narrar, hablar o comunicar es en sí mismo una acción que constituye parte de la realidad. Lo anterior permite reconocer que los actos narrativos que se realizan en las comunidades
(para contar la historia vivida y reconstruir los hechos) hacen parte de la
memoria que se va tejiendo en comunidad. Ello que significa que el acto de narrar hace parte de un momento histórico para la comunidad.
De otro lado, Alvarado et al. (2014) también
expusieron que la performatividad del acto narrativo trasciende la oralidad, teniendo
en cuenta que existen múltiples maneras de narrar y contar; en aquellas la palabra es un puente que puede verse representado de
múltiples maneras. Lo anterior permite reconocer que los jóvenes tienen recursos creativos para contar su historia y para
transmitir aquello que les ha sido contado sobre su pasado, su presente y los sueños colectivos
de futuro.
Los anteriores planteamientos, que encuentran la palabra como un
recurso creador de realidades que trasciende la oralidad, invitan a
pensar en las diferentes maneras creativas que emplean los jóvenes para comunicar sus experiencias de vida. Mannay (2017) asume que lo relevante en los procesos
creativos es la consolidación de significados compartidos. Lo
anterior, en tanto que quien crea una pieza visual
determinada asume unos significados de forma, color y
textura que responden a las maneras en que asume determinadas vivencias;
pero el lector o interlocutor del acto creativo no necesariamente comprende las
mismas formas y significados de representación.
Por lo anterior, es fundamental la creación de significados compartidos. La semiótica es la disciplina encargada del estudio de
los signos, los símbolos y de las maneras en que se comunica, así como las formas en que se crean los métodos de comunicación (Magariños, 2001). En este sentido,
la semiótica no solamente se encarga de los signos y símbolos de la oralidad,
sino también de aquellos que hacen parte de los sistemas de representación visual.
En el caso de las ciencias sociales y las humanidades, el arte y sus
diferentes modos de expresión han sido empleados como herramientas que necesariamente requieren de la mediación de la
oralidad para ser explicados; sin embargo, Mannay
(2017) plantea que el arte tiene una riqueza comunicativa que merece ser interpretada por sí misma. En este sentido, las creaciones que realizan los jóvenes pueden contener sentidos propios que pueden ser mediados por las palabras o contar con un sistema propio de
representación que comunica la intencionalidad creativa.
En coherencia con lo anterior, Mannay (2017) manifiesta que es relevante que en la investigación social se creen significados compartidos; es decir, que las formas, colores, texturas y
recursos visuales empleados en las creaciones puedan tener las mismas maneras
de comprender lo expresado tanto para quien las crea como para quien las interpreta. Por lo anterior, se hace relevante que en el proceso creativo la semiótica juegue un rol importante, a fin de permitir el que los jóvenes compartan con los observadores de sus
obras las significaciones que tienen sus modos de representación.
Esta postura semiótica no tiene relación alguna con los procesos propuestos
por la Gestalt, dado que estos se refieren a la percepción
humana en relación con la forma; ello implica un conocimiento del diseño y del
arte para la interpretación de las obras (Gomes et al., 2008). Por el contrario, desde la investigación social la atención no se
focaliza en los aspectos de la forma y la creación, sino en sus intenciones
comunicativas y de representación. Es decir, en la investigación social la
consolidación de los significados compartidos
trasciende a lo que se puede considerar como bello o feo, alto o bajo, entre otras diferencias
estético-visuales; más bien, encuentra las creaciones como recursos
comunicativos y no como fines en sí mismos.
Por lo anterior, en la investigación social los procesos creativos resultan
más relevantes que los resultados de la creación misma, ya que durante los procesos creativos surgen significaciones, metáforas y modos de representación que permiten reconocer diferentes componentes de las experiencias vividas.
En este sentido, es relevante aquello que acontece durante el proceso creativo: los diálogos que surgen mientras los jóvenes crean; estos dan cuenta de sus intenciones
de representación y de los impactos que las experiencias vividas tienen
en su presente, así como la postura que asumen sobre determinados hechos.
La investigación basada en artes (en adelante, IBA) es aquella que aporta conocimientos al campo de estudio base, en este caso las ciencias
sociales, pero también al campo de las artes (Mannay,
2017). Es decir, que de manera híbrida aporta saberes, conocimientos y recursos metodológicos
de dos disciplinas distintas, pero que guardan una fuerte relación. Este
vínculo simbiótico entre disciplinas no subalterniza
la una o la otra; lo que implica considerar que no les da mayor relevancia a las ciencias sociales haciendo uso de las
artes o viceversa, sino que ambos aportes teóricos,
epistémicos y metodológicos nutren la investigación y, al mismo tiempo, ambas
disciplinas se ven nutridas de los aprendizajes que surgen de los estudios.
La IBA, de acuerdo con Hernández (2008) y Cabana (2020), es aquella que emplea recursos propios de las artes y de los recursos audiovisuales
para el desarrollo de productos que responden a métodos y criterios
creativos. De otro lado, la IBA tiene como particularidad el que realiza una apropiación técnica y metodológica de los procedimientos que se usan en las artes, lo que implica que los procesos de trabajo de campo con comunidad y los momentos creativos
sean tan relevantes como las narrativas que surgen.
La IBA implica abordar la estética, no desde las consideraciones de lo
bello o lo feo, sino desde el aprovechamiento de la posibilidad creativa y
sensible de representar e interpretar la realidad por medio de metáforas
(Hernández, 2008). Dichas posibilidades no solamente se reducen a los recursos
audiovisuales, porque la palabra misma tiene un potencial creador de
realidades, así como también los actos y modos de relacionamiento de los
sujetos.
Por lo anterior, la investigación asume los aportes de Hernández (2008) y
de Mannay (2017), quienes plantean que las artes y los procesos creativos de este tipo de
investigaciones trascienden los procesos de investigación descriptiva o
crítica. Posicionan a los sujetos como creadores de nuevas realidades, que se metaforizan por medio de sus representaciones, pero les invitan a
pensar modos de transformar sus contextos, aportando recursos y saberes para
pensar reflexivamente las experiencias, para construir nuevos significados y para considerar nuevas maneras de ver y hacer las cosas.
De otro lado, esta investigación también asume recursos de la
investigación-acción participativa (en adelante, IAP), propuesta por Fals-Borda
y Rodrígues (1987). Estos exponen que este tipo de estudio involucra a los participantes como
coinvestigadores, los cuales participan activamente desde una perspectiva
transformadora y crítica en cada uno de los momentos de la investigación, dado que son ellos y ellas quienes conocen las realidades de su
contexto, así como las mejores maneras de intervenirlo.
En este sentido, la IBA, la IAP y la investigación-acción creación (en
adelante, IAC), son recursos claves en este estudio, dado que desde la IBA se permite la apropiación de recursos estéticos y creativos
para interpretar la realidad, así como la participación de los actores en cada
uno de los momentos investigativos y su formación como investigadores en
territorio desde la IAP; además de la invitación que realiza la IAC para crear recursos propios, individuales y colectivos, que permitan la transformación de su realidad como agentes con pensamiento
crítico y político.
En relación con esta tríada creativa y participativa de la investigación,
son los mismos autores de las creaciones (los participantes de la
investigación) quienes pueden dar cuenta de los significados, simbologías y
representaciones que emplean para narrar su realidad (Mannay,
2017). Por ello, en este tipo de estudio dichos participantes se involucran en
los momentos de análisis de la información. En este sentido, sus creaciones son
tan relevantes como aquello que narran a partir de ellas y como
las maneras en que se permiten reinterpretar lo creado en relación con la realidad.
Metodología
El proyecto de investigación
empleó recursos de la IBA, la IAP y la IAC. Tomó como base la hermenéutica
ontológica performativa (Alvarado et al., 2014), la cual plantea que las maneras en que se narran las experiencias y
vivencias son en sí mismas actos políticos en cuanto transforman la realidad de
los sujetos.
El proyecto tomó como
fundamentos metodológicos los aportes de Mannay
(2017), los cuales exponen que las narrativas y las creaciones artísticas de los participantes de la
investigación son igualmente relevantes. Así mismo, que ambos tipos de expresión
pueden dialogar y brindar información relevante y complementaria: las
narrativas pueden explicar e incitar la creación de otros modos de
representación, así como las creaciones permiten que el sujeto identifique otros aspectos de sus
experiencias, como los lugares, las personas, los sucesos, las emociones y los
pensamientos que estaban involucrados.
Diseño metodológico
La recolección de la información
se dio por medio de talleres creativos que se denominaron expediciones, ya que buscaron que los participantes se
reconocieran como expedicionarios de paz; es decir, como exploradores de
experiencias y territorios en los cuales se han vivido eventos relacionados con
el conflicto, la violencia, la
construcción de paz, la reconciliación y el agenciamiento político.
Cada expedición se realizó por
medio de la cartografía de
experiencias (desde la representación visual y colectiva de eventos vividos),
en las cuales se involucraron personas, espacios, sentimientos y pensamientos que generaron impactos en los
sujetos. Lo anterior se fundamentó en los planteamientos de Montenegro (2019), quien expresa que la cartografía social es una representación
colectiva de espacios cotidianos, de memoria, de saberes, a partir de plasmar
los territorios, los actores y las interacciones entre ellos.
En este caso se representaron
cartografías visuales que transforman el propio mapa en
lenguaje artístico, dando cuenta de las propias experiencias y contextos de los
participantes. Sin embargo, no se realizaron cartografías de mapas o territorios, sino
que se buscó plasmar los marcos mentales en relación con la paz, el conflicto, la memoria colectiva y el pasado reciente. Por ello, es necesario
aclarar que en estas cartografías de las experiencias la representación visual de los eventos vividos se alejan de
las planas, para adentrarse en cartografías artísticas. Para su desarrollo,
los participantes contaron con diferentes recursos didácticos que les permitieron co-crear diferentes maneras de
representación de las experiencias vividas en relación con las categorías
mencionadas.
En la primera expedición se buscó que los participantes identificaran las características que hacen parte de un expedicionario,
como la curiosidad, la apertura, la creatividad, entre otras. La segunda
expedición, en la cual se enfoca este artículo, indagó por la enseñanza del
pasado reciente y la construcción de la memoria. De tal manera, buscó reconocer
experiencias en las cuales han construido memorias del pasado en la escuela, la
familia o la comunidad, así como eventos que han sido hitos relevantes para
los participantes. La tercera se enfocó en las experiencias de construcción de
paz, la cuarta se orientó en las experiencias de reconciliación y quinta hizo énfasis en el agenciamiento político.
De cada una de las expediciones surgieron convenciones que representan íconos o símbolos que fueron construidos colectivamente
como significados compartidos, cartografías, creaciones artísticas y
narrativas que nutren y acompañan dichas representaciones.
Proceso de selección de los
participantes
Los participantes de este estudio fueron jóvenes y docentes de ocho
instituciones educativas de la ciudad de Manizales. De cada una de ellas
participaron tres jóvenes y un docente, para un total de 24 jóvenes y ocho
docentes. Los participantes fueron convocados por las mismas instituciones, de
manera tal que el equipo del proyecto no tuvo incidencia en su selección. La convocatoria de
las instituciones se realizó por medio del rastreo de diferentes colegios
públicos de la ciudad, algunos de los cuales ya han participado en procesos de
acompañamiento de la Fundación Cinde. Finalmente, se
logró el trabajo con aquellas que permitieron el ingreso del equipo del proyecto y su desarrollo.
Técnicas para la recolección de la
información
Las expediciones fueron desarrolladas por medio de talleres creativos (las
expediciones), en los cuales se desarrollaron cartografías artísticas y se recogieron narrativas que acompañaron cada representación.
Análisis de la información
La información fue analizada por
medio de las categorías del proyecto; es decir, la información se organizó por
cada una de las expediciones. Para su subcategorización y para la revisión de
categorías emergentes se empleó ATLAS.ti. El equipo de investigación convocó a
dos talleres de análisis, realizados en las ciudades de Manizales, Medellín y
Bogotá. En estos se identificaron aspectos comunes de las expediciones en cada
región. Sin embargo, para el desarrollo de este estudio un subgrupo de trabajo
se enfocó en el análisis de los datos obtenidos en un encuentro
interinstitucional que se
desarrolló en la ciudad de Manizales. Es importante mencionar que en los talleres de análisis
también participaron docentes de las instituciones educativas y profesionales
de la Secretaría de Educación de Bogotá, buscando que el carácter participante de
la investigación se mantuviese en cada fase del estudio.
Cuestiones éticas del estudio
Además del manejo de los
protocolos propios de la investigación, tales como la socialización del
proyecto a los actores de manera clara y pertinente para cada grupo etario, el
manejo de asentimientos informados para menores de edad y de consentimientos informados
para sus familias y cuidadores, se vincularon a los actores como parte del equipo de investigación. De esa
manera, estos participaron de los seminarios de formación en IAP, lo que permitió que algunas agentes educativas y
algunos docentes de la Secretaría de Educación de Bogotá se vincularan a los
procesos de análisis de la información. Esto permitió que sean los actores mismos quienes interpreten la
información recolectada y sigan aportando transformaciones en los procesos de
análisis (Mannay, 2017).
Resultados
La creación de significados compartidos:
creatividad y resignificación
Las maneras de representación de
la paz son asumidas por los jóvenes inicialmente desde las formas tradicionales
e icónicas que se conocen; sin embargo, los
procesos de reflexión los invitaron a explorar
nuevas formas:
Docente 1: —Pensemos en algo relacionado
con la paz, pues, por lo general, uno siempre tiene los mismos símbolos, pero
una cosa distinta o si tienen el mismo símbolo. Por ejemplo, para ti, ¿cuál
sería un símbolo de paz?
Estudiante 1: —Una paloma, ¿no?
Docente 2: —Sí, la paloma es uno, pero ¿qué otros podrían ser? Igual dibujémosla aquí. Como no se trata de dejar
pistas, cierto, hay muchos símbolos de paz; pero lo ideal es que podamos entre todos o cada
uno también tiene un concepto distinto de paz. ¿Difícil pensar la paz o es difícil dibujarla?
Estudiante 5: —Dibujarla...
Estudiante 2: —Yo creo que lo difícil es, más bien, el concepto que cada uno tenga... Docente 1: —Sí, tú,
por ejemplo, ¿cuál pondrías allí?
Estudiante 4: —Es que realmente son conceptos que uno dice como que uno debe saber básicamente;
pero uno solo dice paz y ¿eso qué significa? Como tranquilidad... Entonces sí, uno no
se ha puesto a pensar como qué simboliza la paz, sino que uno se deja llevar por lo de siempre... Por ejemplo, paz es amor propio.
Docente 1: —También, lo que pasa es que a veces esas expresiones son
un poquito más difíciles, pues uno diría ¿cómo
plasmar amor propio? Es un poco más complicado, pero igual no dejemos de lado
eso que están diciendo; júntenlo,
copien allí... Tranquilidad,
amor propio...
Estudiante 6: —Yo también creo que
consiguiendo amor propio significa que no se ataque a sí mismo o a otro. Entonces
yo creo que la recomendación es como
estar tranquilo, no pensar en lo negativo,
siempre pensar en lo presente. Por eso la mayoría de gente fracasa, porque se siente que no son tan útiles para la
humanidad. Entonces yo creería que ese sería como el primer avance para conseguir el amor propio y la paz. Estudiante 3: —O, por ejemplo, cuando nos están expresando, ver a qué lugar nos lleva, por ejemplo,
decían «como tranquilidad». Entonces yo, cuando él
dijo «tranquilidad» me imaginé como un
lago, pues como sentada viendo un lago; y cuando él estaba hablando me
imaginaba como un grupo de amiguitos como muy felices ahí, como conversando o
algo así. Entonces, como tratar de mirar que los conceptos que están
dando a dónde los llevan, a estar no sé, en un compartir familiar, o en una
montaña caminando, o viendo árboles, o en el bosque o montando bicicleta, no
sé...
Lo anterior evidencia que los jóvenes, de manera
preliminar, asocian la paz con los símbolos tradicionales que se han empleado para representarla, como es el caso de la paloma; sin
embargo, el proceso reflexivo los invita a considerar la paz desde experiencias que se viven. Estos nuevos modos de representación guardan coherencia con
los planteamientos de Ospina-Ramírez y Ospina-Alvarado (2017), quienes afirman que la creatividad se ha asociado con las expresiones artísticas, pero que también se refiere a una lectura distinta de la realidad, en la cual se
valoran las experiencias de vida y se identifican potencialidades propias y colectivas.
Las investigaciones de Gallego (2022) y Gutiérrez
(2022) ya han planteado que el desarrollo y la apropiación de
las cartografías con niños, niñas y jóvenes puede motivar procesos de asimilación y reflexión de la realidad que habitan; no obstante, también
exponen que algunas de sus limitaciones se relacionan con la ambigüedad de los significados que puede interpretar el lector de las obras. Por ello se hace necesario que se triangule lo creado con el lector y con el mismo creador de la obra.
También Mannay (2017) expone que las expresiones creativas no se limitan a las obras creadas, sino al
proceso creativo. Sin embargo, también manifiesta que las creaciones de los sujetos son tan relevantes como la palabra, dado que se nutren mutuamente.
Para los participantes, el rencor por las experiencias de vida que marcaron el pasado de manera negativa se relaciona con las expresiones
de enojo, el corazón fragmentado por el daño y una bomba cercana a un corazón,
a manera de amenaza (figura 1).
Nota. Elaboración de los
participantes.
Figura 1Símbolos relacionados con
el rencor
Estas representaciones se acompañan de algunas narrativas, como las
siguientes:
Miro con odio a aquél que lastimó y no se disculpó.
(Estudiante 4)
Lo que pasa nunca se olvida y se mantiene en el presente. (Estudiante 5)
[El rencor] es como una bomba de tiempo: si no se sana, se explota por
dentro y te destruye totalmente. (Estudiante 6)
Los significados compartidos permiten generar símbolos que colectivizan las maneras de representación, como se evidencia en la figura 2
Nota. Elaboración de los
participantes.
Figura 2Representaciones sobre la Amistad
Las manos, representadas por los jóvenes como símbolo de amistad, se
asisten de palabras como ayuda, acompañamiento y espera. Estas maneras en las que los jóvenes realizan representaciones tienen coherencia con los
planteamientos de Caivano (2005), D’Amore
(2006), Mannay (2017) y Ramos (1985), quienes plantean que el uso de representaciones visuales y objetuales
trascienden el uso instrumental de los signos, ya que estos se convierten en símbolos; es decir, pasan de tener significaciones concretas a tener significados más amplios y
metafóricos, al asociar las representaciones con experiencias de vida y con
conceptos elaborados que permiten a los sujetos realizar asociaciones entre los
sistemas de representación y su realidad.
La lectura de la realidad es un acto estético en sí mismo porque implica sensibilidad, atención, emocionalidad y vinculación cognitiva
con aquello que les acontece a los sujetos. Esta práctica sensible no se realiza de
manera individual, sino intersubjetiva, por lo cual se reconoce que estas miradas se gestan en maneras culturales situadas. Es por ello que la cartografía busca atravesar los actos comunicativos y de
construcción de la memoria colectiva por medio del diálogo de saberes con los
participantes del estudio.
Subero y Esteban-Guitart (2023) han expuesto que la construcción de saberes implica una ampliación de la comunicación,
dado que es en esa conversación intersubjetiva que surge el conocimiento. Por tal razón, en el despliegue de memorias
colectivas se hace necesario un proceso simbólico que ha sido tejido por los diferentes actores. Es desde allí que se construyen nuevas
realidades, desde la interpretación de los sucesos y hechos por medio de un
lenguaje que involucra a diferentes actores.
La memoria colectiva, la creatividad y la mirada generativa
De otro lado, la creatividad no
solamente se refiere a las acciones que emergen o a las creaciones de
los sujetos; también a la mirada apreciativa que permite reconocer las
capacidades, potencias y recursos que facilitaron la transición de momentos complejos y significativos en la vida (Bello,
2010; Fonseca, 2015; Schnitman, 2000, 2013).
Un estudiante plantea que la «visión periférica» (figura 3), como la denomina,
implica reconocer en las experiencias de vida los momentos que han sido buenos y aquellos que no:
Docente 2: —Entonces, cuando hablamos un
poco más de todo lo que pasa en
el país, lo que vivimos, ¿por qué creen que es importante la memoria?,
¿para qué?
Estudiante 7: —Para recordar todos los acontecimientos,
buenos y malos, porque de todo
se aprende.
Nota. Elaboración de los
participantes.
Figura 3Mirada generativa
Desde esta perspectiva, la mirada apreciativa facilita el reconocimiento de
las experiencias pasadas (desde el cuidado del recuerdo), las acciones
presentes y las expectativas de futuro:
Yo creo que es importante cuidar los recuerdos o, más bien, elegir cuáles se quieren seguir reviviendo cuando los traemos con la memoria; porque cuando se recuerda algo constantemente es como si se volviera a vivir en
el presente. (Estudiante 7)
Siguiendo los planteamientos de Alvarado y Ospina (2014) y Ricoeur (1996),
los sujetos, al narrar sus experiencias de vida, se reconocen como sujetos
políticos, ya que tienen la capacidad de elegir lo que es narrable y aquello que quieren mantener en la privacidad o en el recuerdo íntimo, así como pueden
manifestar los recuerdos que quieren compartir con otros. También en esta línea, Díaz (2023) ha
propuesto, a partir de su estudio, que narrar la realidad también es un
proceso de conciencia de sí y de conciencia de la incidencia de lo privado en
lo público y de lo público en lo privado.
De otro lado, la memoria se constituye desde dos perspectivas: una
relacionada con aquello que le es contado o narrado al sujeto y otra relacionada con aquello que esta vivencia (Mèlich, 2000). En tal sentido,
aquello que viven los jóvenes y que trasciende su experiencia de
vida, implica considerar sus otras maneras de comunicación, las cuales les
permiten metaforizar la realidad y crear significados compartidos de manera amplia, los que permiten cobijar las experiencias colectivas y convertirlas en memorias.
Discusión
Los jóvenes cuentan con capacidades creativas que les permiten emplear los signos para generar conceptualizaciones sobre
lo que es la paz, el conflicto y diferentes términos
asociados; sin embargo, hacen uso de los símbolos que tienen la característica de poseer significaciones más amplias, complejas y metafóricas para asociar su realidad con
modelos de representación que pueden ser empleados para la
creación de memorias colectivas. El uso de estos signos y símbolos para la
creación de productos visuales también invitan a los jóvenes a realizar
procesos de reflexión que complejizan la manera en la que asumen su realidad en relación
con estos conceptos.
La creatividad, entonces, favorece el despliegue del pensamiento reflexivo y crítico, ya que invita al sujeto a emplear otros
modos de representación de sus vivencias que pueden —o no— ser mediados por la
palabra (López et al., 2021). Sin embargo, en la investigación social con niños,
niñas y jóvenes, el proceso creativo es tan relevante como el resultado de la
creación y como la palabra que socializa o explica la obra (Mannay, 2017). Lo anterior, dado que durante el proceso creativo surgen diálogos, reflexiones y narraciones que alimentan y nutren la creación,
pero que tal vez no podrían darse sin la evocación metafórica de aquello que se crea.
Por lo anterior, se hace relevante que en la escuela los procesos de
construcción de la memoria y la enseñanza del pasado reciente trasciendan la
transmisión de la historia hegemónica y se permita la emergencia de las voces
de los estudiantes. Ellos y ellas tienen experiencias de vida que son relevantes aun cuando no se registran en los documentos históricos que legitiman socialmente la historia (Mèlich,
2000; Ricoeur, 1996).
De otro lado, los lenguajes con los que los jóvenes pueden aportar a la
construcción de la historia del pasado reciente de sus territorios pueden ser
mediados por la palabra; pero, tal como se evidenció en los resultados, la
palabra puede ser relacionada con los modos de representación tradicionales y
hegemónicos, mientras que el uso de la creatividad y las representaciones
estéticas permiten que la reflexión sobre lo
acontecido permita generar diálogos entre el pasado y el presente. Ello no solo
desde una narración de los hechos, sino desde el reconocimiento del impacto,
las afectaciones y las posibilidades que emergieron de determinada
vivencia.
Los procesos de construcción de la memoria colectiva en la escuela implican
que los docentes y las personas adultas desplieguen su potencial creativo
para que se haga posible la emergencia de otros modos de expresión, en los que los estudiantes hagan uso de diferentes tipos de representación. En este
sentido, las expresiones creativas son recursos relevantes para la emergencia
de narrativas y procesos dialógicos, en tanto el interlocutor tenga la
capacidad de dar relevancia al proceso creativo y al resultado de la creación
misma (Mannay, 2017).
La realización de este estudio permitió reconocer que las niñas, los niños y los jóvenes construyen su conocimiento en
relación con el pasado reciente a partir de aquello que escuchan en medios de comunicación, en clase o de sus familias; sin
embargo, se identificó que tienen un fuerte nivel de
participación en la construcción de la memoria colectiva del pasado. Sin
embargo, a partir del despliegue metodológico del proyecto, se reconoció que el arte, las expresiones estéticas y la representación visual de
experiencias pueden facilitar la construcción de saberes colectivos en relación
con la historia personal, comunitaria, regional y nacional. Lo anterior, desde
las voces de los propios actores que vivencian las realidades más allá
de los datos históricos, como lo plantea Mèlich
(2000), quien expone que las experiencias son mucho más que los datos, siendo realmente aquello que acontece y que impacta de determinadas maneras a los sujetos.
El presente proyecto tuvo limitaciones que es importante reconocer: no se indagó por las maneras en las que la escuela enseña sobre el pasado del país. Tampoco por las formas en
las que los jóvenes participan de dichos escenarios, porque se enfocó en el despliegue de la metodología que se basó en la IBA, en la IAP y la IAC como recursos para el
reconocimiento del pasado reciente.
Este documento se centró en la importancia de la construcción de una
semiótica compartida y en la perspectiva performativa y creativa como bases
para la construcción de una memoria colectiva; sin embargo, se encuentra
pertinente profundizar en futuros estudios sobre las maneras en que los niños, niñas y jóvenes asumen el pasado reciente de sus territorios
y de Colombia.
Teniendo en cuenta que los modos en los que se construye la historia del país y de los territorios reconocen la
memoria histórica y los hechos a partir de los datos de los acontecimientos,
pero no desde las voces de las comunidades (especialmente desde la
invisibilidad de las experiencias de niños, niñas y jóvenes), es importante
considerar nuevos modos de enseñanza del pasado en los cuales sus voces sean
escuchadas y se hagan legítimas sus narraciones a partir de la construcción
colectiva de la memoria.
Los hallazgos de esta investigación presentan un reto a las instituciones
educativas en términos de sus prácticas pedagógicas, a fin de que allí se asuma no solo la deconstrucción y reconstrucción de las
memorias, sino también la construcción de alternativas futuras a partir del
potencial generativo y transformador de las relaciones (Gergen, 2007, 2012) y
de las experiencias cotidianas de los jóvenes.
Además, esta investigación permite identificar la necesidad de explorar apuestas metodológicas diversas. La IBA, la
IAP y IAC se convierten en instancias epistemológicas y metodologías para
priorizar procedimientos artísticos y participativos que den cuenta tanto de las experiencias de los jóvenes alrededor de la
memoria y la paz como también de otros aspectos que no se hacen visibles en otros tipos de investigaciones.
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*Este artículo hace parte del proyecto «Expedición Pacífica: pedagogías de la memoria y reconciliación en escenarios escolares», financiado por Minciencias, Colombia, bajo el contrato 822 de 2020 y llevada a cabo por la Fundación Cinde, la Universidad de Manizales, su Centro de Estudios Avanzados en Niñez y Juventud y la Universidad Católica Luis Amigó. El proyecto inició el 16 de diciembre de 2020 y finalizó el 16 de septiembre de 2022. Área: ciencias sociales
Para citar este artículo: Cardona-Salazar, L. M., Ospina-Ramírez, D. A., &
Ospina-Alvarado, M. C. (2023). Cartografías artísticas: jóvenes autores de la
construcción del pasado reciente. Revista
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