Segunda Sección: Estudios e Investigaciones

 

DOI: http://www.dx.doi.org/10.11600/1692715x.1520722112016.

 

 

Construcción de identidad de la niñez en contextos de ruralidad en la comuna de Concepción, Chile*

 

Construction of children’s identity in rural contexts in the district of Concepción, Chile

 

Construção da identidade da infancia no contexto das zonas rurais, na cidade de Concepcion, Chile

 

 

Beatriz Aguirre-Pastén1, Alexandra Gajardo-Tobar2, Lorena Muñoz-Madrid3

 

1 Profesora e investigadora Universidad Santo Tomás, Chile. Trabajadora Social y Magíster en Trabajo Social, Pontificia Universidad Católica de Chile. Dra© en Estudios Americanos, Usach-Idea. Orcid: 0000-0002-6779-0081. Correo electrónico: bpasten@santotomas.cl

2 Profesora e investigadora Universidad Santo Tomás, Chile. Trabajadora Social y Magíster en Trabajo Social, Pontitificia Universidad Católica de Chile. Doctoranda en Educación de la Universidad Internacional Iberoamericana de México. Orcid: 0000-0001-5262-3961. Correo electrónico: alexandragajardo@santotomas.cl

3 Profesora Universidad Santo Tomás, Chile. Trabajadora Social, Universidad Católica del Maule. Máster en Bienestar Social y Doctoranda en Ciencias Sociales, Universidad de Valencia. Orcid: 0000-0002-2508-4250. Correo electrónico: lorenamunosma@santotomas.cl

 

 

Artículo recibido en noviembre 22 de 2016; artículo aceptado en enero 16 de 2017 (Eds.)

 


Resumen (analítico):

Los estudios sobre la nueva ruralidad dan cuenta de las grandes transformaciones a las que se enfrentan el mundo rural y los sujetos que habitan dichos territorios. En este ámbito de estudio, resulta interesante acercarse a las construcciones de significados que se atribuyen a la niñez en comunidades rurales de la comuna de Concepción en la zona sur de Chile, entregando así un espacio de reflexión teórica tanto a los cambios de lo rural como a la vivencia infantil; dimensiones que han sido frecuentemente "invisibilizadas" por los estudios sociales. Mediante una metodología cualitativa -específicamente con un estudio de caso instrumental-, este estudio se planteó como objetivo, recoger las distinciones del mundo rural y los rasgos de su construcción identitaria y cultural, indagando en las percepciones y experiencias de niños y niñas y describir patrones culturales, necesidades, problemas sociales, habilidades y fortalezas que los caracterizan. Se destaca entre los principales resultados la coexistencia de patrones culturales rurales-tradicionales junto a elementos modernizadores-urbanos que tensionan la cotidianeidad, y los procesos de construcción identitaria lo que interpela la definición de marcos teóricos utilizados para la comprensión de la ruralidad. La evidencia muestra que los niños y niñas de zonas rurales viven en condición desmejorada respecto de aquellos que habitan zonas urbanas, sin embargo, se destaca que en los contextos rurales existe para los niños y niñas aspectos protectores y potenciadores de conductas resilientes.

Palabras clave: Comunidades rurales, infancia, identidad cultural (Oecd Macrothesaurus).

 


Abstract (analytical):

Studies on new ruralities give us an account of the significant transformations in the rural world and the challenges that living in rural areas have to face. The authors of this study decided to enquire about the construction of meaning that is attributed to childhood in rural communities in the District of Concepcion in southern Chile, delivering a space for the theoretical contemplation of changes in both rural and childhood experiences. These dimensions are not often examined in social research. Through a qualitative methodology -specifically focused on an instrumental case study- the research has the main objective of collecting rural differences and characteristics related to the construction of children’s identity and cultural features. The study analyses children’s experiences and perceptions, describing the cultural patterns, needs, social problems, abilities and strengths that characterize them. One of the main results of the study is the coexistence of traditional rural cultural patterns with urban modernizing elements, tightening everyday reality and the processes of identity construction, calling into question the definition of the theoretical framework used to comprehend rurality. Results shows that boys and girls from rural areas live in worse conditions that those who belong to urban areas. However the research also draws attention to the fact that in a rural context there are aspects that are protective of and strengthen the resilient behavior of children.

Key words: rural communities, childhood, cultural identity (Oecd Macrothesaurus).

 


Resumo (analítico):

Os estudos sobre a nova ruralidade mostram as grandes transformações que o mundo rural e as pessoas que habitam esses territorios vem enfrentando. Neste âmbito de estudo, torna-se interesante se aproximar às construções dos significados que são atribuídos a infancia nas conunidades rurais da cidade de Concepcion, na zona sul do Chile, entregando um espaço de reflexão teórica, não somente para mudanças rurais, mas também a vivência infantil, dimensões frequentemente não visualizadas pelos estudos sociais. Mediante uma metodologia qualitativa -especificamente com um estudo de caso instrumental- este estudo propôs como objetivo, recolher as distinçōes do mundo rural e traços da sua construção identitária e cultural, aprofundando nas percepções e experiencias de meninos e meninas e descrever padrões culturais, necesidades, problemas sociais, habilidades e fortalezas. Pode-se destacar os principais resultados, a coexistencia de padrões culturais rurais-tradicionais junto com elementos modernizadores-urbanos que tensionam a cotidianidade e os procesos de construção identitária o que interpela a definição do marco teórico utilizado para a compreensão da ruralidade. As evidências mostram que os meninos e meninas das zonas rurais moram em piores condições com relação à aqueles que moram em zonas urbanas, porém destaca-se que no contexto rural existe para meninos e meninas aspectos protetores e potenciadores do comportamento resiliente

Palavras-chave: comunidades rurais, infância, identidade cultural (Oecd Macrothesaurus).

 


 

1. Introducción

 

El escenario global de cambios del mundo rural incide en las actuales construcciones sociales de la niñez y en los arreglos y estrategias de estos individuos para enfrentarse a un escenario cada vez más complejo. En este contexto, la ruralidad chilena -producto de las transformaciones ocurridas a partir de los años setenta (González, 2005) - no solo ha cambiado en sus dimensiones económicas, productivas y laborales, sino también en las esferas sociales y culturales, mutando de esta manera los márgenes tradicionales entre lo rural y lo urbano.

Nos acercamos al mundo rural reconociendo sus mixturas, alejándonos de las imágenes redundantes del campo (Castro, 2012) y en tanto que escenario que se encuentra en las antípodas de lo urbano (Gómez, 2008; Programa Naciones Unidas para el Desarrollo, Pnud, 2008). De ahí que la discusión se inscriba dentro de los estudios acerca de la "nueva ruralidad" (Barrera, 2005; Gómez, 2008; Pérez, 2004, 2005), que devela la existencia de nuevos arreglos de vida y sus significaciones; la coexistencia en el mundo rural y las prácticas y patrones culturales tradicionales que entran en tensión con los avances de la modernidad, generando así particularidades identitarias y culturales de sus sujetos. Las niñas y niños, también impactados por las mutaciones del contexto, construyen sus identidades frente a nuevas exigencias, necesidades, problemas y oportunidades específicas de los territorios.

Particularmente, ser niño rural en Chile reúne una serie de características de vulnerabilidad en torno a las cuales construyen su identidad. Distintivamente, la VII Región del Biobío1 en la zona centro-sur de Chile - específicamente la comuna de Concepción-es habitada por 229.684 personas, de las cuales 18,84% se encuentra en un rango etario de entre 0 y 14 años (Reporte Estadístico Comunal, 2013). Según el Instituto Nacional de Estadísticas, Servicio Nacional de Menores (2005), para el año 2002, 3,61% de la población provincial de Concepción habitaba en zonas rurales, mientras que 96,38% lo hacía en zonas urbanas, un porcentaje que se encuentra en constante crecimiento.

Según los resultados de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica (Casen) que pone a disposición el Ministerio de Desarrollo Social (2013) un 25,6% de la población nacional son niños y niñas. Del total nacional, 25,1% reside en la región del Biobío. Por otro lado, considerando la dimensión "pobreza multidimensional" (Berner, 2014; Denis, Gallegos & Sanhueza, 2010), 23,4% de los niños y niñas a nivel nacional se encuentra en esta condición; en la Región del Biobío, ese porcentaje alcanza 26,3%, ubicándose principalmente en el primer quintil de ingresos autónomo per cápita de los hogares de la región. Un mayor porcentaje de los niños y niñas que residen en zonas rurales -respecto a los que viven en zonas urbanas -, se encuentra en situación de pobreza multidimensional: 36,9% contra 21,5%, respectivamente.

El Tercer Informe del Observatorio Niñez y Adolescencia (2015) plantea que la Región del Biobío presenta varios indicadores desfavorables para los niños y niñas que la habitan; indicadores que los ubican en una situación de desprotección particular. Dos de los indicadores del dominio "entorno familiar y social" alcanzan los porcentajes más altos a nivel nacional: niños y niñas que, hasta los 17 años, viven en hogares donde ningún adulto trabaja (2,6 puntos porcentuales más que en el resto del país) y que habitan en hogares cuyo ingreso per cápita es inferior al ingreso promedio nacional (6,8 puntos porcentuales). Además, se observa en la región un alto porcentaje de niños y niñas que viven en situación de indigencia, ubicándose en el segundo lugar a nivel nacional (12,7% regional; 7,5% nacional).

Frente a este escenario, lo que se propone en este artículo es aproximarse al conocimiento de los procesos de construcción identitaria y a la forma en que se teje el entramado de las relaciones sociales de la niñez rural.

 

2. Metodología

Este artículo se apoya en una investigación de carácter cualitativo-interpretativo que permitió insertarse en el mundo empírico de los sujetos para recoger los datos, generando conocimiento desde sus propias percepciones y significados (perspectiva emic). Se trata de un estudio de caso instrumental (Stake, 2010) que buscó la comprensión de la "experiencia de ruralidad" de los niños y niñas vinculados a un programa de intervención en la comuna de Concepción previamente caracterizada. Concretamente, el estudio de caso fue un instrumento para conseguir algo diferente más allá del programa de intervención mismo, poniendo énfasis en la particularización de los resultados (en lugar de su generalización). Así, se buscó entender el caso en su complejidad, adaptando el diseño de investigación y el trabajo de campo de acuerdo a un enfoque progresivo (Parlett & Hamilton, 1976 en Stake, 2010).

La unidad de estudio estuvo constituida por niños y niñas participantes de los Programas de Prevención Focalizada de (PPF) de la Corporación Opción, en la comuna de Concepción. La elección de los participantes del estudio se realizó mediante una selección intencionada de niños y niñas que conformaron la unidad de análisis, teniendo en consideración para dicha selección, principalmente los criterios de accesibilidad, asentimiento de los participantes y consentimiento de los adultos responsables. El producto obtenido a partir de la realización del trabajo de campo fueron cinco entrevistas individuales y dos grupales, de las cuales se desprenden los relatos que son incluidos en el análisis descriptivo. Lo anterior se complementó con la técnica del rapport como estrategia de acercamiento al territorio, previamente al trabajo directo con los sujetos participantes. Se utilizó el análisis de contenido como técnica para la interpretación de los datos recogidos, lo que permitió una aproximación a la comprensión del fenómeno, indagando en la naturaleza de las narraciones y textos, y permitiendo develar su significado. Esta estrategia supone que el significado de relatos y textos permanece guardado, incluso oculto, de modo que dicho tipo de análisis facilita penetrarlo (Piñuel, 2002). La estrategia de análisis implicó una primera fase descriptiva de lectura detallada de los textos producidos, para la selección de las unidades de contexto o párrafos y de las unidades de registro, citas o frases, que fueron identificadas siguiendo los tópicos centrales de la investigación. Posteriormente se estableció un sistema de códigos emergentes que permitió el levantamiento de cuatro categorías centrales en torno a las cuales se organizaban los relatos. Esto permitió elaborar una definición empírica de cada categoría, en base a la información obtenida. En forma consiguiente, se establecieron las distinciones más relevantes presentes en los componentes de cada categoría. En síntesis, se siguieron cuatro pasos metodológicos: la selección de la comunicación estudiada, la selección de las categorías a utilizar, la selección de las unidades de análisis y, por último, la selección del sistema de agrupación o recuento.

Operativamente, el análisis descriptivo se organizó sobre la base de pasos protocolares como la lectura completa de las transcripciones de entrevistas individuales y grupales, y la selección de las unidades de contexto (párrafos) y las unidades de registro (frases o citas literales) al interior de tales transcripciones -identificadas según los tópicos centrales de la investigación-. En tercer lugar, y una vez identificadas las unidades de registro, se establecieron códigos para su identificación, con los cuales se elaboró una tabla de códigos emergentes. Este cuadro permitió ordenar la información asociada a cada categoría, lo cual aporta antecedentes para la construcción de definiciones empíricas de las categorías, sus relaciones y distinciones para cada tópico estudiado. Los resultados de orden descriptivo son expuestos en relación a cada uno de los tópicos identificados, a través de sus categorías emergentes y mediante la distinción de los elementos que los componen, permitiendo agrupaciones nuevas en relación a la identificación del "Contexto Rural-Patrones Culturales de lo Rural" y "Niñez en el Mundo Rural-Configuraciones de Sujeto Social". (Tabla 1)

 

 

Cabe indicar que los resultados de la técnica grupal dirigida a los niños y niñas se procesaron en forma independiente, en lo que respecta a esta primera etapa de análisis descriptivo; por tanto, no se buscó una integración discursiva con el habla de los adultos que formaron parte de la unidad de análisis de la investigación, dadas las diferencias posicionales y generacionales de ambos grupos. En este punto coincidimos con Sosenki (2016), quien sostiene que los relatos infantiles se encuentran situados contextualmente y que "no pueden desvincularse de las relaciones de poder que se asocian a la realidad adulta" (p. 48). No obstante, es necesario indicar que algunos de los resultados evidenciados en el análisis permiten generar apreciaciones posibles a fin de contrastarlas con las concepciones de la niñez que tienen los adultos -respecto a las experiencias y prácticas cotidianas de la niñez, resguardando la diversidad y heterogeneidad posicional de ambos grupos (Sosenki, 2016). (Tabla 2)

 

 

Con posterioridad a la identificación de estas categorías, se integraron los relatos de los adultos responsables. Así, se presentan los elementos emergentes de las categorías agrupadas en distinciones discursivas que se manifiestan como concepciones propias de los entrevistados, generadas a partir de los guiones temáticos propuestos por las técnicas de investigación.

Para los tópicos "Contexto rural - Patrones culturales de lo rural" y "La niñez en el mundo rural - Configuraciones como sujeto social", las concepciones dan cuenta de connotaciones que pueden clasificarse como negativas, neutras y positivas, las que son analizadas a partir de "particularidades y consideraciones" asociadas a cada categoría.(Tabla 3 y 4 )

 

 

 

Como fue señalado anteriormente, los tópicos y/o categorías son ordenados según concepciones, resultando el siguiente esquema general de presentación de resultados. (Tabla 5)

En términos de los resguardos éticos del trabajo de campo, cabe señalar que se consideraron aquellos aspectos que se relevan a la hora de realizar toda investigación social con niños y niñas (Gaitán, 2006; Casas, 2006). Sin duda, un criterio fundamental fue el asentimiento de los niños y niñas informando con claridad, sobre la naturaleza, propósito y grado de participación en el estudio. Por otro lado, y relevando el Interés Superior del Niño como principio rector, se prestó especial atención a la etapa evolutiva en la que se encontraban y por supuesto, no fueron expuestos a riesgos, siendo el investigadoradulto garante en todo momento del respeto de sus derechos. En términos operativos, se consiguieron las autorizaciones necesarias para lograr la participación de los niños y niñas en el estudio, las que se obtuvieron haciendo partícipes también a sus adultos responsables, transmitiéndoles con la misma claridad los objetivos de la investigación, la participación que tendría el niño, las retribuciones o beneficios que contemplaba la participación en la investigación, los responsables, etc., de modo de acceder a los consentimientos necesarios, resguardando en todo momento la confidencialidad de la información.

 

3. El contexto rural y la construcción de identidad de sus sujetos

Para responder la pregunta sobre las concepciones y los significados atribuidos a la infancia en las comunidades rurales de Concepción, que se vinculan al Programa de Prevención Focalizada (PPF) de la Corporación Opción, se expone a continuación, cómo se cristaliza el proceso de construcción de identidad de los sujetos rurales, en espacios en los que deben considerarse las complejas "interacciones sociales en espacios familiares, en grupos de pares y en comunidades, y frente a la complejidad de los escenarios rurales de la época" (Jurado & Tobasura, 2012, p. 67). Es lo que Zemelman (2010) identifica como el resultado de la presencia de sujetos en complejas relaciones recíprocas en cuanto a tiempos y espacios.

Para Larraín (2003) la identidad es un proceso de construcción en el que los sujetos se definen a sí mismos en estrecha vinculación simbólica con otros. En este sentido, es que la construcción de identidad debe cumplir con tres condiciones indispensables: la definición por oposición, la materialidad y la posesión en la construcción del sí mismo y de los otros.

La definición por oposición se observa en la tensión entre lo urbano y lo rural. Mientras que en lo rural se mantienen valores y tradiciones y permanecen las relaciones de apoyo y el interés por los otros -situaciones posibles gracias a que se encuentra espacial y socialmente alejado de lo urbano-, en las sociedades urbanas prevalece la impersonalidad (Romero, 2012), la escasez de solidaridad y de capital humano; se han perdido las tradiciones y las relaciones sociales se caracterizan por un excesivo contractualismo y racionalismo. De esta manera, el mundo rural se integra a la dinámica de la sociedad urbanoindustrial, mientras que la cultura de masas de origen nacional y global se extiende, y en el mundo rural se imponen las formas de hablar, de vestir, de actuar, de pensar. De este modo, la construcción de la identidad infantil vive la tensión de la globalización junto con las formas tradicionales de vida en el campo (Jurado & Tobasura, 2012). Siguiendo el enfoque de la "nueva ruralidad" (Barrera, 2005; Gómez, 2008; Pérez, 2004, 2005), sin embargo, las grandes brechas que existían con los sectores urbanos se han atenuado y se ha establecido una creciente interrelación entre ambas áreas (urbano/rural), apoyada por el mejoramiento de la infraestructura vial y por el acceso a una serie de servicios básicos que facilitan el intercambio y las interconexiones con el resto del país. Ejemplo de esto son las políticas de inclusión digital donde los niños y niñas han sido actores fundamentales como agentes de socialización tecnológica (Pavez & Correa, 2016).

De acuerdo a Gómez (2008) y a Jurado y Tobadura (2012), el impacto de la modernización e industrialización se da, principalmente, en las dimensiones territorial -a través del cambio en la valoración de los espacios rurales- ocupacional -mediante el cambio en el peso relativo de las actividades primarias, secundarias y terciariasy cultural -en el cambio de los patrones de conocimiento y valores de las poblaciones rurales-. Así, el despliegue de potencialidades y mejores oportunidades que ofrezcan las comunidades rurales, tendrá impacto directo en la referencia a la identidad que allí se construye. Sin embargo, y a pesar de las transformaciones, desde el relato de los entrevistados, una de las principales características de los contextos rurales es la carencia de infraestructura y de acceso a servicios, lo que les deja en franca vulnerabilidad al no cubrirse necesidades fundamentales como el acceso oportuno a servicios de salud o a educación de calidad. Esto es coherente con lo expuesto en la literatura especializada (Rodríguez & Winchester, 1999; Precedo & Andrés, 2002), la cual reconoce como una de las principales desventajas de los espacios rurales -en contraposición con los urbanos- la carencia de servicios y las dificultades que experimentan las personas para acceder a ellos. En este sentido, Rodríguez y Winchester (1999) añaden la fragmentación como otra de las características de lo rural, en tanto se trata de territorios que no interactúan integradamente con los centros urbanos, dejando de funcionar de manera interrelacionada. Esto transforma lo rural en un espacio atomizado y desagregado, perdiendo así el potencial de los recursos de asociatividad, eficiencia y eficacia en la provisión de bienes y servicios y en la potencialidad de las actividades productivas urbano-rurales; lo cual dificulta el desarrollo integrado de actividades productivas y económicas y los beneficios que la complementariedad territorial puede aportar al desarrollo y a la calidad de vida de las personas y familias en sus distintos espacios territoriales.

En cuanto a la materialidad en la construcción de identidad, Larraín (2003) plantea que el cuerpo y otras posesiones otorgan a los sujetos elementos fundamentales para alcanzar su propio autorreconocimiento. Esto implica que, al producir, poseer o modelar cosas materiales, las personas proyectan su esencia, sus características y sus propias cualidades en ellas. El autor habla de los rasgos propios que permiten a las personas "decir ‘soy así’ o ‘somos así’ porque refiere a formas locales de pensar, de ser" (Jurado & Tobasura, 2012, p. 67). En el caso de las comunidades rurales, dicha materialidad se constituiría en el acceso a la tierra y a lo que esta representa para los sujetos. El territorio es una construcción social, una unidad espacial, integrada por un tejido social particular que tiene como sustento una determinada base de recursos materiales.

En este sentido, para las poblaciones rurales, la proximidad es valorada como un elemento que media entre las oportunidades de participación y el acceso a las diversas instancias que ofrece el progreso -en el sentido de una mejora en la condiciones de vida- para satisfacer necesidades asociadas a estándares de calidad de vida. Los elementos sustantivos que comprenden la concepción de la proximidad en lo rural, permiten una mirada sobre el contexto territorial, visto este como un espacio en el cual emergen respuestas propias para el abordaje de la diversidad y para aprovechar adecuadamente los recursos endógenos presentes en las localidades (Blanco & Gomà, 2002).

El espacio rural representa en sí mismo un contexto de complejidades e incertidumbres que se expresan, entre otros, en el empleo y el acceso a bienes y recursos -ya sean materiales o simbólicos- que, al ser asociados a la comprensión de los efectos que acarrea la globalización, generan un proceso de desterritorialización de lo rural, lo que tiene implicancias en la vida de las familias y comunidades y en sus sistemas de gestión y toma de decisiones (Rodríguez & Winchester, 1999). El ajuste estructural que esto provoca, representa un cambio que se direccionaría hacia una devaluación de las características endógenas del territorio, que lo harían menos competitivo en términos del progreso. Dichos acontecimientos encarnarían una desvalorización de las actividades productivas propias del trabajo rural, lo que ha llevado a que tanto los adultos como las nuevas generaciones asignen un valor simbólico negativo a la identidad asociada a los trabajos y faenas propias del mundo campesino2, en contraposición al valor asignado al trabajo urbano y su sistema de remuneraciones. En este sentido, el trabajo campesino no lograría generar recursos para enfrentar los riesgos asociados a las situaciones de pobreza y a las incertezas sobre el acceso a recursos materiales y otros que resultan esenciales para la subsistencia. Bajo esta premisa, las situaciones de pobreza que se presentan en el mundo rural solo pueden ser comprendidas como una dimensión más de la exclusión social, y referidas únicamente a aspectos monetarios en comparación con la exclusión social entendida como un proceso más amplio que tiene lugar en un contexto de relaciones de solidaridad, cooperación, participación y oportunidades para el acceso a bienes y recursos, entre otros (Moreno & Acebes, 2008).

Finalmente, en cuanto a la necesidad de los otros en la construcción de identidad individual -a lo que Barboza (2011) llama reconocimiento- , implica que para la creación de tu identidad es necesaria la existencia del "otro", que avale tu identidad, que certifique que también desde su perspectiva - a la que tú no tienes acceso - posees identidad. Estos otros, se presentan en una doble dimensión: los otros diferentes y los otros significativos. Los primeros son aquellos de los que el sujeto intenta distinguirse; aunque ser diferente no es en esencia algo positivo o negativo a lo largo de la historia, la necesidad de diferenciarse de los otros contribuye a que ese otro sea considerado inferior o una amenaza para la propia identidad, porque sus diferencias son vistas como un atentado a lo generalizado y establecido. Los otros significativos, por su parte, contribuyen activamente a la formación de la autoimagen individidual, en tanto favorecen que el sujeto intenalice las expectativas y/o actitudes que expresan, transformándolas en sus propias autoexpectativas (Larraín, 2003). Estos otros diferentes y otros signiticativos ayudan a conformar las identidades colectivas, las que se constituyen desde lo cultural y los discursos públicos y privados de las sociedades. En dicho contexto, la familia es una institución fundamental, que contribuye tanto a la formación de las identidades individuales (por ejemplo, los padres son -en los primeros años de vida de las personas- los otros significativos) como a la mantención de las identidades colectivas. En términos discursivos, la concepción de familia que prevalecería en los contextos rurales ya no sería representativa de la realidad de las nuevas formas de convivencia en lo rural; no obstante, persiste aún el ideario sobre la conformación tradicional de la familia desde una perspectiva estructuralista. Aquí es posible apreciar el peso que tienen la tradición y el marco de referencia normativo que todavía predomina en lo rural, el cual tiende a transformarse en el patrón deseable de familia ideal (Giddens, 2010).

Esta manera de entender el marco de la construcción de valores que organiza la vida familiar en el entorno rural, da valor a la comprensión de las relaciones de cuidado y colaboración que impulsan -de manera espontánea- el sentido de bienestar en un medio cultural en donde la división sexual del trabajo es entendida como una forma de relación legítima, que da sentido al valor de la tradición. Según Maturana (2011), esta separación sexual de los roles y funciones familiares que prevalece en la cultura patriarcal sería reciente si la comparamos con la emoción y acción de asistencia entre los sexos que habría primado a lo largo de la historia de la humanidad en su fundamento biológico.

La existencia de una separación valorativa de los sexos vendría a negar la colaboración como actuar humano, en un espacio de comunicación y encuentro que legitima el reconocimiento de un otro. En este sentido, Maturana (2011) señala que la emoción que se encontraría involucrada en la división del trabajo sería la obediencia. Es importante comprender la trascendencia de lo anterior, al referirse a los espacios de encuentro y comunicación que se dan en el contexto de las relaciones familiares y de la cultura rural; se habla de espacios de encuentro, en el fluir de interacciones recurrentes con otros en un contexto relacional de convivencia y conductas que construyen la realidad cotidiana de lo rural (Maturana, 2011). Esto es lo que hace posible el reconocimiento y la visibilización de una identidad y cultura rural propia.

De esta manera, se constituye una identidad en un espacio comunitario que favorece la inclusión de niños, niñas y jóvenes en un sistema formativo que es a la vez integrador. El contexto rural es una experiencia que posee como sustrato los valores culturales que aportan a la construcción de la identidad de personas y comunidades, en un espacio territorial en donde la comunicación se transforma en una instancia de encuentro y reconocimiento (Huergo, 2006).

 

4. Ser niña/o en el mundo rural

Diversos autores (Hirschfeld, 2002; James & Prout, 1997; Qvortrup, 1997 y Sosenki, 2015) coinciden en plantear que es posible identificar la ausencia de niños y niñas como actores relevantes de la teoría social, lo que ha implicado que durante siglos hayan permanecido invisibilizados, "olvidados" y "marginados" como sujetos sociales, inmersos en un mundo adulto dominante y sin posibilidades de alzar sus voces para hablar de sus vidas, minimizando así su protagonismo. No obstante, la modernidad ofreció un nuevo escenario que llevó a políticos, religiosos e intelectuales -entre otros actoresa levantar la infancia como una categoría social que debe ser protegida, analizada y abordada, considerando el contexto social, político y cultural desde el que es observada. Esto porque la experiencia de ser niña o niño siempre estará cruzada por las condiciones que sirven como telón de fondo a sus procesos de desarrollo. Desde esta nueva lectura, la infancia se constituye en el resultado de un entramado de definiciones, acciones y cambios sociales, de tal manera que se configura como sujeto respondiendo a particulares atributos que se le adscriben así como, a las experiencias subjetivas que lo moldean en un determinado contexto social. Estas experiencias, son reflejo de aquellos atributos/ideales que han sido asignados históricamente (Araujo, 2010).

En la actualidad, el interés por estudiar "las infancias" se justifica también desde la centralidad del individuo (Martuccelli, 2007; Martuccelli & De Singly, 2012), desde sus experiencias particulares y con el convencimiento de que la experiencia de los sujetos se tramita en los cambios que experimentan los escenarios sociales que posibilitan la emergencia de mundos simbólicos diversos. La experiencia subjetiva de la niñez, en este marco, responde a las particulares mixturas que ofrece un contexto sociocultural y político, traduciéndose en experiencias diversas y plurales (Lahire, 2004). En este sentido, la infancia es una construcción social donde cada infancia es distinta de su predecesora a nivel de individuos y distinta al ser mediada por los cambios del contexto.

En sus diversos escenarios, la niñez se ha enfrentado a pruebas (Araujo & Martuccelli, 2012) difíciles en sociedades pensadas adultocéntricamente (Duarte, 2012), sin demasiadas protecciones. El derecho como ideal normativo referido al lugar social de los niños y niñas puede ser asociado más bien a nociones como exclusión o discriminación. Para los niños y niñas, este ideal normativo se encuentra alejado de su experiencia personal. Como plantea Araujo (2009) "el problema se juega del lado de la dignidad, de su condición de seres humanos, de la posibilidad básica y primaria de constituirse simplemente como sujetos posibles de reconocimiento social" (p. 46). La posición ilegítimamente subordinada de los niños y niñas respecto a los adultos pone en jaque la idea de igualdad, y esto se ve claramente acentuado según la clase social en la que se encuentre, incluso según el territorio que habite, en este caso, el mundo rural. La condición de invisibilidad del niño está dada entonces por la negación de su condición de sujeto y como ser humano, produciendo una imagen "minorizada" de estos. Prevalece, en tal sentido, lo que Fassin (2005) denomina políticas de piedad para referirse a aquellas decisiones movilizadas por la desgracia mas no por la justicia.

Respecto a esta posición, podemos recoger el planteamiento de Bácares (2012) que hace referencia a las resistencias que enfrenta el nuevo enfoque de derechos de la niñez, para su aplicación en los ámbitos político, económico, cultural y epistemológico. En términos políticos, alude a la voluntad que le corresponde al Estado en su rol de garante principal para impulsar reformas y proyectos políticos coherentes a este enfoque así como a la asignación de recursos; es decir, a cuánto invierte el Estado en respaldar los derechos de los niños y niñas. En términos culturales, supone las formas de pensar y de actuar que una sociedad reserva para sus nuevas generaciones. Un apunte más extenso sobre esta resistencia permite pensar que, los imaginarios o representaciones que tenemos de los niños y niñas, hablan de lo que socialmente hemos construido. Dentro de esa construcción y cómo la plantea este autor, predomina una cultura de la prescindibilidad, donde los niños y niñas no son considerados necesarios para la toma de decisiones de su vida y de la vida social; una cultura que descansa en el argumento de la edad, para mirarlos como sujetos vulnerables e incapaces. Descansa también en una cultura de la privatización, fundada en el temor a considerarlos como iguales. Por otro lado, en el espacio privado, los niños y niñas están protegidos, pauperizando su autonomía, responsabilidad y ejercicio de derechos. En tercer lugar, encontramos una cultura de la propiedad donde los niños y niñas son propiedad de los padres y una cultura de la potencialidad que profesa que los niños y niñas son el futuro de la sociedad, sin considerar que en el futuro serán adultos (luego guarda en sí la hipocresía y la ilusión de la protección en el presente). Y, finalmente, una cultura de la peligrosidad, que justifica su control y criminaliza su pobreza.

Estos imaginarios construidos sobre la base de las tensiones propias de una nueva forma cultural, corre el riesgo aun de confundir la noción de derechos con la provisión de bienes y servicios que responden a la satisfacción de necesidades infantiles. Si bien esto es correcto en un sentido, pues los derechos infantiles incluyen esta dimensión, lo cierto es que se trata de una reducción del enfoque que desconoce las garantías asociadas a protección y participación infantil. En particular, la condición de ciudadanía debe ejercerse de acuerdo a su desarrollo y capacidades, por lo que es necesario reconocer que no puede concebirse ciudadanía sin la participación de los propios niños y niñas en las decisiones que afectan a sus vidas (Battistón, 2013).

Por otra parte, los derechos son visualizados como una amenaza para el mundo adulto, en tanto implicarían una pérdida de poder respecto de los niños y niñas, predominando la idea que el enfoque instituyente justifica y ampara cualquier tipo de acción. Se observa así una cultura infantil -de los derechos- instituyente que tensiona las relaciones establecidas y que se ven representadas al menos en dos registros fundamentales: en la acción de la familia, la comunidad y la sociedad civil en su conjunto como cogarantes, y en las decisiones políticas (legislaciones y políticas públicas) que asume el Estado en su rol de garante principal.

A 26 años de la ratificación de la Convención Internacional de los Derechos del Niño, se constata que las políticas públicas dirigidas a la niñez conservan los imaginarios que hablan de una infancia tutelada, concepción construida desde la mirada dominante adultocéntrica (Duarte, 2012). El "niño como sujeto de derecho" instituyente aparece de manera tímida en la definición de las decisiones políticas, manteniéndose como objeto principal de las políticas sociales actuales, la población considerada vulnerable (Herrera-Seda & Aravena-Reyes, 2015). Sin embargo, "la investigación sobre calidad de vida de los niños y niñas, a partir de sus propias condiciones de existencia, de sus capacidades y funcionamientos puede ejercer la doble función de ejercicio de sus derechos y constitución subjetiva de su real valía como sujeto de derechos" (Mieles & Acosta, 2012, p. 214).

Si bien lo expuesto es desolador cuando se piensa en los derechos de los niños y niñas, es posible sostener -a partir de la evidencia- que las condiciones de aquellos que habitan zonas rurales llegan a ser aún más precarias que las experimentadas por los niños y niñas urbanos, quienes pueden acceder en general a mejores servicios que los primeros; una situación que se confirma cuando los participantes de esta investigación hacen referencia a una experiencia de abandono frente a la escasez de servicios e infraestructura. Además, "es necesario considerar la geografía de estas comunidades, ya que presentan profundos desafíos que abarcan temas sociales, económicos, educativos y culturales" (Pavez & Correa, 2016, p. 49), elementos que no solo impactan en la cotidianeidad de sus habitantes sino también en la percepción que construyen frente a las novedades de la modernidad. En este contexto, la experiencia de ser niña o niño de una zona rural como la estudiada, implica generalmente condiciones de mayor vulnerabilidad; si bien todos los seres humanos son en mayor o menor medida vulnerables, las niñas y niños y niñas de zonas rurales se ven expuestos a un mayor riesgo pues se enfrentan a condiciones diferenciales -pobreza, discriminación, incapacidad para satisfacer necesidades básicas, precariedad en el empleo, etcétera (Busso, 2001)- que aumentan esta posición.

A lo anterior se suma el hecho de tener a su cargo tareas y responsabilidades de apoyo en las actividades domésticas y productivas, las que realizan fundamentalmente en el ámbito de su familia y comunidad. En este punto, coincidimos con Ayala-Carrillo, Lázaro- Castellanos, Zapata-Martelo, Suárez-San Román y Nazar-Beutelspacher. (2013) que plantean que la incorporación de los niños y niñas al mundo del trabajo puede considerarse desde la perspectiva de la vulneración de sus derechos; sin embargo, es relevante visibilizar una realidad donde los niños y niñas participan en este tipo de actividades en un contexto global excluyente y que, de no hacerlo, se niega la complejidad de la estructura social. En paralelo, cuentan con actividades propias, como asistir al colegio y jugar, construyendo su identidad desde la valoración positiva del lugar donde viven. Sin perjuicio de lo anterior, las características propias que se han descrito del contexto rural y de las configuraciones de sus sujetos dificultan la observación de las vulneraciones de derecho a las que pueden exponerse, pues, como vemos, las lógicas de funcionamiento cotidiano no necesariamente coinciden con el enfoque de derechos. Entonces, prácticas cotidianas "de acompañamiento" (Ayala-Carrillo et al., 2013) como el trabajo en el campo, requieren ser traducidas desde el significado tradicional que caracteriza lo rural. Por otro lado, también se corre el riesgo de que prácticas familiares que pueden ser consideradas como un estilo de crianza, se constituyan en comportamientos violentos naturalizados e invisibilizados que ubican a los niños y niñas en una situación de desprotección mayor.

Una mirada tradicional como la que prevalece en los sectores rurales, homogeniza la mirada a la niñez y no logra capturar las distinciones que requieren las respuestas a sus necesidades específicas. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Unicef (2012) plantea que "el bienestar de los niños y niñas viene determinado en muy gran medida por su entorno" (p. 73), por lo tanto, se requiere un esfuerzo mayor por conocer sus ambientes y sus prácticas. Sin embargo, también es importante rescatar aspectos que pueden ser considerados protectores de esta normatividad cultural rural que se coliga con la sociabilidad y el juego. Se trata de factores resilientes vinculados con la socialización, con el trato más cercano, con la vida en comunidad y con las comunicaciones cara a cara (Castro, Saavedra & Saavedra, 2010).

 

5. Conclusiones

En definitiva, coexisten en el mundo rural prácticas y patrones culturales tradicionales que entran en tensión con los cambios y avances que ha traído la modernidad a las sociedades y, por tanto, con la forma de habitar el mundo rural. Efectivamente, los cambios promovidos por los procesos de industrialización de la agricultura y la urbanización de las comunidades rurales han complejizado y diversificado la realidad rural. De este modo, si bien niños, niñas y adultos que habitan estas zonas se autodistinguen de los habitantes urbanos, comparten con ellos asimismo variadas características que contribuyen a que la línea entre ambas realidades se difumine experimentando, de manera similar, transformaciones territoriales, ocupacionales y culturales.

Como se ha revisado, la construcción de la identidad en el mundo rural se articula en torno a la definición por oposición, en este caso entre lo urbano y lo rural, la materialidad y la posesión, y los otros. En el caso de las poblaciones rurales, la oposición y la materialidad se constituye en el territorio que ofrece los recursos materiales de producción y consumo para la supervivencia de los sujetos. No obstante, son aspectos que se encuentran tensionados en forma permanente, en tanto el empleo y el acceso a bienes y recursos, ya sean económicos, comerciales, productivos, culturales y/o simbólicos. En el caso de los otros, estos son fundamentales en la construcción de identidad individual y colectiva, destacando fuertemente en estos contextos rurales la centralidad de la familia como institución social y como espacio privado e íntimo de construcción de identidad individual y colectiva.

En dicho escenario, los niños y niñas rurales son víctimas de escasa inversión teórica, manteniendo una posición de subalternidad frente a la experiencia urbana, que es la que prevalece. Asimismo, sus voces están mediadas por los relatos y las experiencias adultas, lo que da cuenta nuevamente de la posición social que ocupan en un mundo pensado por y para los adultos. Esto se constituye en una limitación importante a la hora de definir un estudio de esta naturaleza donde se espera que los protagonistas sean los niños y niñas. Prevalecen en este sentido, restricciones culturales de parte de los adultos para reconocer las voces de los niños y niñas como válidas para hablar de sus vidas (Bacares, 2012). Por ello, y rescatando lo planteado por Mieles y Acosta (2012), desde la investigación es posible rescatar valiosos conocimiento sobre las condiciones objetivas y subjetivas de vida de los niños y niñas.

Los niños y niñas de zonas rurales viven en peores condiciones que los de zonas urbanas, quienes acceden a mejores servicios y de forma más oportuna. Por esto, es posible afirmar que la experiencia de ser niño rural está cruzada por condiciones de mayor vulnerabilidad social y de desprotección, lo que dificulta intervenciones efectivas -desde el enfoque de los derechosque aún no se logran cristalizar en las lógicas culturales y simbólicas de los habitantes de zonas rurales como la estudiada.

Finalmente, de lo expuesto se desprende que -tanto en lo rural como en la infanciaexiste una dimensión de invisibilidad que ha marginado a estos individuos de la investigación social y de la discusión teórica, respecto de la relevancia de ambos procesos en la construcción de identidades y subjetividades en el mundo moderno; de ahí que aquellos que deseen asumir el desafío de estudiar ambas experiencias y la relación entre ellas, deban apropiarse de estrategias multimodales que les facilite relevar los significados y la cotidianeidad de dichos sujetos (Boyden & Ennew, 1997; Raposo, 2009; Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Unicef, 2013a; Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Unicef, 2013b). Esto implica el desafío de comprender los fenómenos desde la perspectiva de los niños y niñas que habitan contextos rurales, rescatando desde ellos su construcción de mundo y la conjugación que realizan entre éste y el mundo de los adultos que les ha sido narrado por obligación.

En términos metodológicos, se debieron enfrentar dificultades propias de una investigación que se define desde una lógica flexible. Se realizaron ajustes por tanto, que no estaban contemplados en el diseño pero que respondían a las necesidades de los territorios en estudio. Así, la intención inicial de recoger la experiencia de niños y niñas de tres territorios de Chile, tuvo que ser reducida a un estudio de caso como el presentado. La lógica de funcionamiento de proyectos de intervención en Chile, responde a los lineamientos de la Ley 20.032 que define un sistema de subvenciones y donde la oferta programática se ve sometida a procesos de licitación que determinan la duración de los proyectos. Esta variable se transformó en una de las limitaciones del proyecto, pues dos de los programas ubicados en otros territorios del país e inicialmente seleccionados, no fueron adjudicados por las instituciones que los implementaban, no pudiendo continuar con el proceso investigativo, pues significaba en el corto plazo, no tener acceso a los sujetos de intervención. En suma, se privilegió la profundidad de la información más que en la variabilidad de la unidad de análisis.

Finalmente, investigar sobre cómo los niños y niñas ocupan los espacios rurales; cómo significan los espacios que habitan, los sectores de juego, su relación con los adultos y con los sistemas de salud y educación, entre otros, así como investigar con los niños y niñas las distinciones entre ser urbano y rural, y comprender desde sus perspectivas el impacto que la nueva ruralidad tiene en ellos por medio de técnicas participativas, son desafíos potentes que debe proponerse un investigador atento a las particularidades de estos contextos.

 


 

Notas

* Este artículo de reflexión es uno de los productos de la investigación "Ser niño/a en el mundo rural. Significados y tensiones de la niñez rural atendida por los programas de prevención focalizada (PPF) de la Corporación Opción", aprobada y financiada por la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado de la Universidad Santo Tomás como consta en carta de aprobación del 3 de diciembre del 2013; ejecutada entre 2 de enero de 2014 y diciembre de 2015 en la comuna de Concepción, Región del Biobío, Chile. Investigación interpretativa, en Ciencias Sociales, Sociología y Temas Sociales

1 Se ubica entre los 36° y los 38° 30’ de la latitud sur. Limita al norte con VII Región del Maule, al sur, con la IX Región de La Araucanía; al este, con Argentina y al oeste, con el océano Pacífico.

2 Para efectos del presente estudio, la distinción terminológica de "mundo campesino" hace referencia a la significación que poseen los sujetos, sobre trayectorias vitales e históricas asociadas a prácticas agrícolas, de autoconsumo familiar y economía local. Transmisión de saberes sobre prácticas de trabajo vinculadas a la tierra, al cultivo, al cuidado de animales, en el marco de un sistema económico local que forma parte de una cadena de producción asociada principalmente a las faenas de trabajo agrícola, tales como; trabajo de temporada en siembra, cosecha, u otras actividades productivas asociadas al rubro. Actividades que van configurando saberes, narrativas y prácticas vinculadas con la naturaleza.

 


 

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